Las promesas de Dios son seguras

Gen 17,1.9-10.15-22

Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció Yahvé y le dijo: “Yo soy El Sadday, camina en mi presencia con lealtad.” Dios añadió a Abrahán: “Guarda, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación. Ésta es mi alianza, que habéis de guardar entre yo y vosotros –también tu posteridad–: todos vuestros varones serán circundados.” Dijo también Dios a Abrahán: “A Saray, tu mujer, ya no la llamarás Saray, sino que su nombre será Sara. Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo. La bendeciré y se convertirá en naciones; reyes de pueblos procederán de ella.”

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La vocación de San Juan

Is 49,1-6

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.”

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Falsos profetas

Mt 7,15-20 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producirlos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis.”

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El camino angosto

Mt 7,6.12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos. En esto consisten la Ley y los Profetas.

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Vencer al mundo

1Jn 5,1-5 (Lectura correspondiente a la memoria de San Luis Gonzaga)

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel que da el ser amará también al que ha nacido de él. En esto podemos conocer que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues el amor a Dios consiste en guardar sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que nace de Dios vence al mundo. Y la fuerza que vence al mundo es nuestra fe. leer más

Una nueva Creación

2Cor 5,14-17

El amor de Cristo nos apremia, persuadidos de que si uno murió por todos, en consecuencia todos murieron. Y murió por todos a fin de que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que desde ahora no conocemos a nadie según la carne; y si conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no le conocemos así. Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación: lo viejo pasó, ya ha llegado lo nuevo.  leer más

Despreocupación en el amor de Dios

Mt 6,24-34

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, pensando qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, discurriendo con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, pero vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?

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Padre Nuestro

Mt 6,7-15

Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando oréis, no charléis mucho, como los paganos, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.

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Dios ama al que da con alegría

2Cor 9,6-11

Hermanos: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Que cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de todo bien, a fin de que, teniendo siempre y en todo lo necesario, os sobre todavía para hacer buenas obras, como está escrito: ‘Repartió; dio a los pobres; su justicia permanece eternamente.’

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