Accesos para reconocer a Jesús

Jn 10,31-42

En aquel tiempo, los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: “Os he mostrado muchas obras buenas de parte del Padre. ¿Por cuál de ellas queréis apedrearme?” Le respondieron los judíos: “No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia, y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios.”

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La actitud de María

Lc 1,26-38

Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a un pueblo de Galilea, llamado Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David. La virgen se llamaba María. Cuando entró, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo.

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La fe en Jesús

Jn 8,21-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: “Yo me voy y vosotros me buscaréis, pero moriréis en vuestro pecado. Vosotros no podéis ir adonde yo voy.” Los judíos se decían: “¿Pensará suicidarse? ¿Pues cómo que no podemos ir adonde él va?” Pero Jesús replicó: “Vosotros sois de abajo; yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no soy de este mundo. Ya os he dicho antes que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.”

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El que esté sin pecado, que tire la primera piedra

Jn 8,1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al Monte de los Olivos. De madrugada se presentó otra vez en el Templo, y toda la gente acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio; la pusieron en medio y le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?” (Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle.)

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Vida y muerte para la glorificación de Dios

Jn 12,20-33

Entre los que habían subido a adorar en la fiesta había algunos griegos. Éstos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: “Señor, queremos ver a Jesús.” Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a comunicárselo a Jesús. Jesús les respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, allí queda, él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; pero el que aborrece su vida en este mundo la guardará para una vida eterna.

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Un corazón libre

Jn 7,40-53 

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído las palabras de Jesús, comentaban: “Éste es verdaderamente el profeta.” Otros decían: “Éste es el Cristo.” Pero otros replicaban: “¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo? ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?” Se originó, pues, una disensión entre la gente a cuenta de él. Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. 

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Solemnidad de San José: «La fe nos es reputada como justicia»

Rom 4,13.16-18.22

Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, para que fuese un don, la promesa tenía que depender de la fe, y así quedar asegurada para toda la posteridad; no sólo para los de la ley, sino también para los de la fe de Abrahán, padre de todos nosotros.

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Fe y amor

Jn 5,31-47 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: “Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados a Juan, y él dio testimonio de la verdad. En cuanto a mí, no recibo testimonio de un hombre; pero digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra, y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz.

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