¡Vamos a morir por nuestro pueblo!

Est 4, 17 k-m, r-t (Lectura correspondiente a la memoria de Santa Edith Stein)

En aquellos días, la reina Ester se refugió en el Señor, presa de mortal angustia. Despojándose de sus magníficos vestidos, se vistió de angustia y duelo. En vez de exquisitos perfumes, echó sobre su cabeza ceniza y suciedad, humilló su cuerpo hasta el extremo, encubrió con sus desordenados cabellos la gozosa belleza de su cuerpo, y suplicó al Señor, Dios de Israel, diciendo: “Señor y Dios nuestro, tú eres único. Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo socorro sino en ti, y mi vida está en peligro. Yo oí desde mi infancia en mi tribu paterna, que tú, Señor, elegiste a Israel de entre todos los pueblos, y a nuestros antepasados de entre todos sus mayores, para ser herencia tuya para siempre, cumpliendo en su favor cuanto dijiste.

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Tú eres el Mesías

 

Mt 16,13-19 

En aquel tiempo, al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” Ellos respondieron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.” Él les preguntó: “Pero vosotros ¿quién decís que soy yo?” Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.” A esto replicó Jesús: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.”

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NOVENA A DIOS PADRE | Día 8: “Amar a nuestro Padre”

Lo mejor que podemos darle a nuestro Padre es nuestro amor sincero. Recordemos que Jesús nos dijo: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama” (Jn 14,21). He aquí la respuesta constante y necesaria para que el amor de Dios no sólo tenga que salir en nuestra busca, sino que además pueda impregnarnos. Mientras no vivamos de acuerdo a los mandamientos, Dios llamará a la puerta de nuestro corazón para que lo dejemos entrar. Si le abrimos la puerta, el Padre junto con el Hijo y el Espíritu Santo vendrán a poner su morada en nosotros (cf. Jn 14,23).

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NOVENA A DIOS PADRE | Día 6: “Conocer a nuestro Padre”

En el año 1932, Dios Padre se apareció a una religiosa italiana, Sor Eugenia Ravasio. Ella puso por escrito el Mensaje que el Padre Celestial le confió. Después de una extensa y minuciosa examinación, el obispo local de Grenoble –donde tuvieron lugar las apariciones– reconoció como auténtico el Mensaje. Así, se nos ha concedido un librito sumamente valioso titulado “El Padre habla a sus hijos” (en este enlace puede descargárselo: https://www.amadopadrecelestial.org/mensaje).

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NOVENA A DIOS PADRE | Día 5: “La generosidad de nuestro Padre”

La generosidad es uno de los rasgos característicos de Dios. Con gran alegría, Él nos hace partícipes de su inconmensurable riqueza. No sólo quiere darnos vida; sino “vida en abundancia” (cf. Jn 10,10).

En la eternidad nos espera un gozo y una dicha sin fin: “No habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni fatiga” (Ap 21,4). ¡Dios mismo será nuestra recompensa!

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NOVENA A DIOS PADRE | Día 4: “Dios, nuestro Padre”

Al meditar el amor que Dios nos tiene y cobrar conciencia de su inmensidad, podríamos preguntarnos qué es lo que Él quiere de nosotros y cuál es la actitud que debemos tener frente a Él.

La respuesta es inequívoca: Dios quiere que correspondamos a su amor, y Jesús nos da a entender en qué consiste primordialmente esta respuesta: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Jn 14,15).

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NOVENA A DIOS PADRE | Día 2: “El corazón de nuestro Padre está abierto de par en par”

Nosotros, los hombres, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Gen 1,26). Con justa razón se habla de que el corazón constituye el centro de la persona. Sólo aquellas cosas que realizamos con todo el corazón, adquieren su expresión plena e integral. Al hacer las cosas con el corazón, les imprimimos el sello de toda nuestra identidad. De este modo, actuamos y hablamos con verdadera convicción.

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La humildad: preciosa flor en el jardín de Dios

Ef 4,1-6

Hermanos: Yo, prisionero por el Señor, os exhorto a que viváis de una manera digna de la llamada que habéis recibido: con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Pues uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos. leer más