San Serapio: Mártir de la fe y de la caridad cristiana

Cuando la necesidad es grande, Dios envía a sus mensajeros para ofrecer ayuda y consuelo. Grande era la necesidad de los cristianos cautivos bajo el yugo musulmán. Al ver su sufrimiento, San Serapio se conmovió tanto que se entregó a sí mismo como rehén, ya que no había suficiente dinero para pagar el rescate de todos los prisioneros.

¿Quién era este Serapio?

Nacido en Inglaterra hacia finales del siglo XII, había emprendido la carrera militar en su juventud y participó en una campaña contra los moros en España bajo el mando del duque de Austria. Decidió quedarse en la Península al servicio del rey Alfonso IX de Castilla, pero luego dejó las armas para ingresar en la Orden de la Merced, que acababa de ser fundada en Aragón por san Pedro Nolasco, con el expreso propósito de rescatar a los cristianos cautivos y esclavizados por los musulmanes.

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San Josafat de Lituania: Un santo para la unidad

En el nuevo calendario litúrgico, se celebra hoy, 12 de noviembre, la memoria de San Josafat, mientras que en el calendario tradicional se lo conmemora el día 14.

El santo de hoy fue un religioso y obispo que sacrificó su vida por la unidad de las iglesias de Oriente y Occidente. En la actualidad, en el marco del diálogo ecuménico, a menudo se emprenden otros caminos y se defiende un concepto de unidad distinto al que aspiraba san Josafat. Echemos un vistazo a su vida.

Josafat Kuncewicz nació en 1580 en Volinia, que entonces pertenecía a la Gran Polonia y hoy se encuentra en el oeste de Ucrania. Provenía de una familia respetada; su padre, Gabriel, era concejal. Fue bautizado en la fe ortodoxa con el nombre de Juan. Se cuenta que ya de niño era muy piadoso e incluso tuvo una visión de Dios.

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San Andrés Avelino: Un sacerdocio a medias no basta

Un joven de buena apariencia no suele tenerlo fácil para escapar de las damas que se han fijado en él. Así le sucedió a Lanceloto Avelino, nacido en 1521 en Castronuovo (Italia), hijo mayor de Giovanni Avelino y Margherita Apelli. En más de una ocasión le sucedió como a José en casa del egipcio Potifar, pero el recuerdo de su querida madre, una mujer de extraordinaria virtud, le preservó de caer en la tentación. No obstante, el interés de las mujeres le persiguió en muchas etapas de su vida y siempre tuvo que velar celosamente por su castidad.

Lanceloto —ese era su nombre de pila— aspiraba al sacerdocio. Cuando era subdiácono, se encargó de la catequesis de los niños, guiándolos hacia una vida piadosa. Pero las insinuaciones del sexo femenino no cesaban, por lo que tuvo que huir a Nápoles. Incluso allí tuvo que cambiar de residencia en varias ocasiones para librarse de las aventuras amorosas de las damas de la alta sociedad. Dominaba su propia concupiscencia mediante un trabajo intenso y un ritmo de vida muy ordenado. Además de teología, Lanceloto estudiaba jurisprudencia. Así, obtuvo muy pronto y con honores el título de doctor en Derecho.

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Beata Cristina de Stommeln: Una aliada en la lucha contra el demonio

Antes de adentrarnos en la vida de esta beata, incluimos una nota introductoria sobre las beguinas, la asociación a la que pertenecía, que experimentó su auge en los siglos XIII y XIV. Eran mujeres piadosas, solteras o viudas, que vivían juntas y cultivaban la vida espiritual. A diferencia de las órdenes religiosas, las beguinas conservaban sus posesiones y solo hacían promesas de obediencia temporales, que renovaban cada año. Por tanto, estas mujeres podían volver al mundo. Elegían una «maestra» que se encargaba de dirigir la casa durante uno o dos años. A pesar de las abundantes posesiones que algunas de ellas aportaban a la comunidad, trabajaban con sus propias manos para ganarse la vida y vivían en sencillez y pobreza. Partiendo de Flandes (Bélgica), las casas de las beguinas se extendieron por Europa Occidental, aunque también había «beguinas itinerantes». Algunas casas adoptaban la regla de la Tercera Orden de San Francisco o de Santo Domingo.

Los conflictos con el clero se intensificaron, ya que muchos no comprendían el estilo de vida de las beguinas. Las tensiones llegaron hasta Roma, donde los obispos alemanes lograron que se condenara a las beguinas. Posteriormente, incluso fueron perseguidas y prohibidas. En la actualidad, quedan unas pocas casas de beguinas en Flandes.

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Beato Enrique de Zwiefalten: Un santo desconocido

Hoy, 4 de noviembre, se conmemora a San Carlos Borromeo, gran obispo y reformador de la Iglesia. Con justa razón, la liturgia alaba a Dios por el testimonio de este siervo suyo. Sin embargo, me parece importante dar a conocer a ciertos santos que han caído en el olvido, para regocijarnos en ellos y dar gracias al Señor por su vida. También cabe esperar que ellos se alegren cuando los recordamos.

Uno de estos santos un tanto olvidados es el beato Enrique de Zwiefalten, cuya tumba no se sabe dónde está y en cuyo honor no se ha erigido un altar o capilla, o si los hay, son muy desconocidos. Sin embargo, está grabado en la memoria de Dios y también las antiguas crónicas cuentan su historia, que es muy conmovedora.

El beato Enrique nació en el castillo de Zwiefalten alrededor del año 1200. Tenía grandes dotes naturales, sus padres eran ricos y creció mimado por todos. Sin embargo, esto no le hizo bien y comenzó a disfrutar de una «dulce vida» llena de fiestas, bailes y vino, para preocupación de sus padres, que veían cómo su hijo empezaba a despilfarrar sus abundantes talentos. ¡Pero esta vida indigna lo había cautivado! Descuidó sus estudios y se dedicó a los placeres, que se volvieron cada vez más extravagantes, convirtiendo el castillo en un lugar de encuentro y centro de todo tipo de actividades que, sin duda, desagradaban sobremanera al Señor.

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Santa Ida de Toggenburg: De una vida en palacio a la reclusión en el bosque

Al revisar en el santoral los santos que se celebran el 3 de noviembre, me conmovió particularmente la historia de santa Ida de Toggenburg, una ermitaña del siglo XIII.

Su piadoso padre, el conde Hartmann, la dio en matrimonio al conde Enrique de Toggenburg cuando ella tenía 17 años. Ida se mudó con su esposo a Suiza. Este noble, propietario de muchos castillos y respetado como buen guerrero, tenía un temperamento muy iracundo. Ida, que había sido educada en el temor de Dios y en la virtud, lo soportó con paciencia y mansedumbre. La pareja no pudo tener hijos, por lo que Ida tomó a los pobres como hijos suyos, convirtiéndose en un «ángel de consuelo» para muchas personas en las aldeas y cabañas. Además, se ocupaba de todos los habitantes del castillo y los guiaba hacia una vida piadosa con sus palabras y su ejemplo. Era muy querida por todos.

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Beata Isabel de Hungría: Religiosa por resignación y luego por decisión

La beata Isabel de Hungría —que, aunque sean parientes, no debe confundirse con Santa Isabel de Hungría, conocida también como Santa Isabel de Turingia— era hija del rey Andrés III. Quedó huérfana de madre a una edad temprana y tuvo que sufrir el duro yugo de una madrastra que la rechazaba: la reina Inés de Habsburgo. Estaba destinada a ser la esposa del príncipe Wenceslao de Bohemia. Sin embargo, cuando murió su padre, Isabel fue despojada de su herencia real y Wenceslao perdió interés en ella. Isabel fue encarcelada junto con su madrastra en el palacio real de Budapest, destinada ahora a ser la esposa del duque de Austria. Pero los acontecimientos tomaron otro rumbo…

Cuando asesinaron al padre de su madrastra, esta llevó a Isabel consigo y se dirigieron a Suabia para cobrar venganza. Una vez allí, la madrastra decidió que Isabel debía ingresar en un convento, aunque le permitió escogerlo libremente. Isabel, que entonces tenía 16 años, se resignó a su destino y escogió el convento dominico de Töss. La madrastra insistió en que tomara el hábito e hiciera los votos tras solo quince semanas de ingreso. La joven, heredera legítima al trono de Hungría, también cedió en esto.

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Beata Stefana: De vuelta a la verdadera Iglesia

Hoy hablaremos sobre una beata poco conocida en la Iglesia católica: la beata Stefana. Nació en el siglo XVII en el seno de una familia noble calvinista de Gex (Francia). En aquella época, había grandes tensiones entre los católicos y los protestantes de diversas denominaciones. Se cuenta que Stefana era una muchacha alegre y simpática, pero tan sumida en sus creencias erróneas que se burlaba de las costumbres y ceremonias de nuestra Iglesia, llena de desprecio y rechazo. A veces, se colaba en las iglesias católicas solo para hacer travesuras: por ejemplo, se lavaba las manos en la pila de agua bendita y cometía otras irreverencias similares.

Pero el Señor no dejó a Stefana en la confusión. Como no había nadie que le enseñara y le ayudara a reconocer la verdad, el Señor mismo intervino. En la fiesta del Corpus Christi, Stefana observaba desde su casa la procesión. Entonces, fue como si Cristo la mirara desde la custodia. De repente, un rayo celestial cayó sobre su alma, iluminándola y haciéndole reconocer con total claridad la verdad del catolicismo y la falsedad de la creencia que había profesado hasta entonces. En ese momento, su corazón se decidió instantáneamente a convertirse al catolicismo a cualquier precio y a servir fervientemente al Señor. Entonces, exclamó interiormente con el profeta: «Señor, conviérteme y seré toda tuya» (cf. Jr 31,18).

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Santos Crisanto y Daría: Dos santos castos con un protector especial

Cuando empezamos a conocer las vidas de los santos, no pocas veces nos encontramos con historias extraordinarias. Éste es el caso de los santos Crisanto y Daría, mártires de los primeros siglos, cuya memoria se celebra hoy de acuerdo con un calendario litúrgico antiguo.

San Crisanto era hijo de padres paganos. Su padre, Polemio, era senador en Alejandría y gozaba de tal alta estima por parte del emperador Numeriano que éste lo llevó consigo a Roma y lo nombró su consejero.

A Crisanto le gustaba mucho leer, y fue así como se encontró con la Sagrada Escritura, que le conmovió profundamente. Sabía que lo que aquí había encontrado era la verdad, aunque aún no pudiera comprenderlo todo. Buscó consejo en la comunidad cristiana y así se encontró con Carpóforo, un erudito y santo sacerdote. Él le explicó todo lo que deseaba saber y, con la ayuda de Dios, consiguió que Crisanto reconociera la falsedad de los dioses paganos y la verdad de la fe cristiana. Así, recibió el bautismo en secreto.

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San Rafael, Arcángel

De acuerdo con el calendario tradicional, hoy se celebra la fiesta del Arcángel San Rafael. Sin duda, es mucho más difícil describir a un ángel que la vida de un santo. Estas últimas suelen estar bien documentadas y son más accesibles para nosotros, los seres humanos. No obstante, deberíamos familiarizarnos más con nuestros fieles amigos en el cielo, sin por ello dejar que nuestra imaginación nos lleve demasiado lejos.

No es raro oír hablar de los ángeles en el ámbito esotérico. Sin embargo, si no se aplica un discernimiento claro de los espíritus, es fácil que nuestra propia imaginación nos sugiera ideas ilusorias sobre los ángeles que no se ajustan a la realidad o incluso que el diablo nos engañe. No podemos pasar por alto el hecho de que los demonios siguen teniendo una naturaleza angélica y, por tanto, están provistos de una inteligencia superior a la nuestra, de manera que les resulta fácil inducir a error a las personas que no están firmemente arraigadas en la auténtica fe. Por eso, antes de hablar del Arcángel San Rafael, conviene recordar lo que la Iglesia nos enseña sobre estos seres maravillosos. Así tendremos criterios para identificar mejor a los ángeles fieles.

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