Quinta Meditación de Navidad – “Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu Pueblo Israel”  

Como judíos fieles a la Ley del Señor, a los ocho días de Tu Nacimiento Tus padres te circuncidaron y te pusieron el nombre de Jesús, el Salvador (Lc 2,21).

Cuando, cuarenta días después, te llevaron al Templo para presentarte al Señor, te encontraste con Simeón, uno de los fieles de Tu Pueblo (Lc 2,22-25). El Espíritu Santo le había revelado que no moriría antes de haberte visto. ¡Y así sucedió! Lleno del Espíritu Santo y tomándote en Sus brazos, pronunció sobre Ti aquellas inolvidables palabras:

“Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos; luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.” (Lc 2,29-32).

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Cuarta Meditación de Navidad – “No has venido a un paraíso”

Amado Niño, podríamos exultar de gozo sin cesar, especialmente cuando miramos a Tu incomparable Madre y a San José…

¡Qué calidez rodea a la Sagrada Familia! Con su humanidad, impregnada por el Espíritu de Dios, santifica al núcleo de la sociedad humana: la familia.

¿Cómo se habrán sentido María y José, teniéndote entre ellos y comprendiendo quién es Aquél que les había sido encomendado?

¡Qué gracia! ¡Qué elección! ¡Qué confianza depositó el Padre en María y en José! ¡Qué constante deleite es para ellos Tu presencia! Y a ti mismo, ¡en qué manos tan buenas te ha puesto Tu Padre!

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Tercera Meditación de Navidad – “Mi corazón quiero entregarte”

Tú quisiste escoger personas sencillas: eran pastores (Lc 2,8-20). Tú, Amado Niño, amas la sencillez. En un corazón sencillo Tú puedes entrar más fácilmente.

Y Tú también nos haces sencillos. No hace falta saberlo todo de inmediato. Más importante es dejar arder Tu amor en nosotros y apresurarnos como los pastores a transmitir la Buena Nueva.

¡Tú estás aquí! ¡Realmente has venido! Desde hace tanto tiempo habías sido anunciado y anhelado. Pero ahora nos corresponde captar esta realidad, pues en Ti vemos la gloria del Unigénito del Padre (Jn 1,14). ¡Esta gloria resplandece en Ti, amado Niño! Cuando Tú nos abres los ojos de la fe, la descubrimos.

Cuando Tu amor toca nuestro corazón, todo se vuelve sencillo. Entonces podemos simplemente decir a las otras personas: “Mirad, un hermoso Niño yace en el pesebre, junto a un asno y un buey.”

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Segunda Meditación de Navidad – “Ángeles y hombres”  

“Gloria cantan los querubes en los campos de Belén…”

Tú no solamente eres la alegría de Israel y de la humanidad entera; sino también la de los ángeles, nuestros amigos del cielo.

¡Cómo os habréis regocijado, amados ángeles, cuando reconocisteis en la luz de Dios Su inmensa Sabiduría al escoger este camino de salvación!

Vuestros cantos de júbilo resuenan de nuevo en nuestros corazones: “¡Gloria a Dios en las alturas!” (Lc 2,14)

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Primera Meditación de Navidad – “Jesús, revelación del amor del Padre”    

¡Ahora estás aquí, Niño Divino!

¿Qué te movió a venir donde nosotros, a un mundo tan hostil?

La razón sólo puede estar en Tu inconmensurable amor a nuestro Padre Celestial, y en Tu infinito amor a nosotros, los hombres.

¿Quién puede comprenderlo?

¡Yo simplemente lo creo y puedo percibirlo en Tu sonrisa!

Veo cómo abres tus brazos y es como si nos dijeras: “Venid, olvidad la pena y la aflicción, que se desvanezcan las preocupaciones de la vida! ¡Yo estoy aquí!”

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EL CAMINO DE ADVIENTO – Día 25: “Un Niño nos nacerá”

“Un Niño nos nacerá: lo llamarán ‘Dios Fuerte’” (cf. Is 9,5).
“En Él, se bendecirán todas las naciones de la tierra” (cf. Gen 22,18).

En realidad, aun sin saberlo, todos los hombres lo esperan,
porque para Él hemos sido creados.

En realidad, aun sin saberlo, todos los hombres lo buscan,
porque Él ha depositado este anhelo en sus corazones.

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EL CAMINO DE ADVIENTO – Día 23: “La gruta de Belén”

¿Qué nos quiere decir el Señor al no haber escogido un palacio real para nacer, rodeado de riquezas materiales, sino una pobre gruta en Belén?

Se nos vienen a la mente las palabras de Jesús: «Mi reino no es de este mundo» (Jn 18,36).

Los primeros en recibir la Buena Nueva proclamada por los ángeles fueron unos sencillos pastores (cf. Lc 2,8-14).

Sí, es un Reino distinto a todos los reinos de este mundo, que Satanás le ofrecería a Jesús al tentarlo en el desierto (cf. Mt 4, 8-9).

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EL CAMINO DE ADVIENTO – Día 21: “Falsos profetas y tribulaciones”

Antes de entrar en la última etapa previa a la tierna fiesta de la Natividad de Jesús, debemos abordar otros acontecimientos que tendrán lugar antes de la Segunda Venida de Cristo al Final de los Tiempos. Ayer hablamos sobre la dolorosa apostasía y hoy debemos referirnos también a la aparición de falsos profetas.

«Estando sentado Jesús en el monte de los Olivos, se le acercaron en privado sus discípulos y le dijeron: “Dinos cuándo sucederá eso y cuál será el signo de tu venida y del fin del mundo”. Jesús les respondió: “Mirad que nadie os engañe, pues vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy el Cristo’, y engañarán a muchos”». (Mt 24,3-5).

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EL CAMINO DE ADVIENTO – Día 20: “La apostasía y el Anticristo”

La predicación del Evangelio, teniendo particularmente presente la conversión (o iluminación) de los judíos, es una contribución fundamental para preparar con amor la Segunda Venida del Señor. Esto exige poner todo de nuestra parte, pues una evangelización fecunda implica vivir coherentemente con el mensaje que anunciamos. ¿A quién le gustaría encontrarse un día ante el Señor y que Él le dijera que, si bien transmitió palabras acertadas, estas carecían de fuerza interior debido a la gran discrepancia entre la palabra y el testimonio de vida?

En las primeras meditaciones de esta semana, hablamos de que nuestras lámparas deberían estar encendidas como las de las vírgenes prudentes (cf. Mt 25,1-13), lo cual se consigue mediante las buenas obras y poniendo nuestros talentos al servicio del Reino de Dios (cf. Mt 25,14-30).

En la meditación del domingo pasado, mencioné las serias señales que anuncian la proximidad del Retorno del Señor. Una de ellas es la decadencia de la fe, la gran apostasía.

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