Es importante cobrar conciencia de que, al amarnos, nuestro Padre se hace vulnerable. Podemos constatarlo especialmente en la Pasión de su Hijo. Un punto muy sensible para el Corazón del Padre es cuando tenemos un falso respeto hacia Él, derivado del miedo a Dios, que luego tiende a manifestarse también en la relación con sus representantes eclesiásticos.
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LA VERDADERA IMAGEN DE DIOS
¡Cuántas falsas imágenes de Dios nos impiden retornar confiadamente a nuestro Padre Celestial! Ya en el Paraíso el Diablo les dio a entender a nuestros primeros padres que Dios los estaba privando de algo bueno; a saber, el conocimiento del bien y del mal.
Las fuerzas de la oscuridad siguieron sembrando estas mentiras sobre Dios, de modo que no pocas veces ha surgido en las personas una injusta e hiriente desconfianza hacia el Padre Celestial.
EL FERVOR DE LOS JUSTOS
Cuando acogemos e interiorizamos el amor de nuestro Padre Celestial, cuando Dios mismo habita en nosotros y su Espíritu Santo nos transforma, entonces llegamos a conocer más y más el corazón de nuestro Padre. Muy pronto notaremos que le urge dar a conocer a todos los hombres su amor.
NUESTRA CONFIANZA
Cuando hemos llegado a conocer un poco el amor de Dios y captado cada vez más su bondad, aumenta en nosotros el deseo de corresponder a su querer. El Padre quiere que lo conozcamos, lo honremos y lo amemos. ¿Y cómo hemos de hacerlo?
CONQUISTAR ALMAS CON EL AMOR
Estamos llamados a llevar a los hombres el mensaje de que Dios los ama infinitamente, y a mostrarles los caminos que el Padre Celestial ha escogido para darles la certeza de este amor.
A Dios le agrada hacernos partícipes de esta noble tarea, convirtiéndonos así en colabores suyos.
¿A quién no le gustaría contar sobre un soberano que verdaderamente merece este nombre; un soberano que al mismo tiempo es para nosotros padre, hermano y amigo; un soberano a quien no hace falta idealizar y encumbrar; un rey que ama?
QUE TODOS SEAN UNO
En realidad, uno pensaría que en todas aquellas partes del mundo que han sido bendecidas con el anuncio de la fe cristiana, así como las regiones marcadas por el judaísmo y aquellas otras donde se tiene conocimiento de las escrituras del Antiguo Testamento, se debería reconocer a Dios como amoroso Padre.
Ciertamente en parte sucede así… Pero ¿será que este conocimiento llega hasta lo más profundo? ¿Realmente el encuentro con Dios es la experiencia que regocija el corazón y que todo lo impregna; la experiencia que nos pone en marcha para hablarles de este Dios a todas las personas?
CONOCER A DIOS
¿Por qué, amado Padre, quieres que te conozcamos, te honremos y te amemos, como se lo dijiste a la Madre Eugenia Ravasio? Tú posees la plenitud en ti mismo y nada te falta…
Pero Tú mismo nos das la respuesta:
“No es que desee ser conocido, honrado y amado porque estuviese necesitado de Mi criatura o de su adoración. ¡No! Es sólo porque deseo salvarla y hacerla partícipe de Mi gloria que Me rebajo a ella.”
EL MAYOR REGALO DE DIOS
¡Qué gran misericordia tuviste hacia nosotros al enviarnos a tu Hijo Jesús! Con incomparable amor posaste tu mirada sobre nosotros, que tantas veces huimos de ti o incluso nos volvemos en contra tuya, que te ofendemos con nuestros pecados o simplemente te olvidamos. Tú, en cambio, estás siempre presente y nos miras con amor. Te preocupas atentamente por nosotros, porque no quieres que llevemos una vida sin sentido, ni mucho menos que nos perdamos para siempre.
LA PRIMERA PALABRA AL DESPERTAR
Cuando despierto en la mañana, Tú, Padre, ya estás ahí, y toda la noche has velado sobre mí. Entonces esperas que me dirija a Ti y que mi primera palabra te sea consagrada a Ti. ¡Sí, Padre, de buena gana y con alegría lo haré! Pero a veces lo olvido y me dejo llevar por los estados de ánimo. ¡Qué lástima!
LA PALABRA ‘PADRE’
“Padre”… ¡Qué maravillosa palabra nos dio el Señor para hacernos comprender al Dios Eterno. Él no es simplemente un Ser invisible, ni mucho menos inalcanzable. Podemos confiar con toda certeza en lo que nos dicen de Él las Sagradas Escrituras. Dios quiere estar muy cerca de nosotros y morar entre nosotros, sus hijos; de muchas maneras quiere darnos a entender cuánto nos ama.