HONRAR AL PADRE CELESTIAL (Parte V)

Conocer, honrar y amar al Padre…

Al acoger la gracia que Nuestro Señor Jesucristo nos ofrece y al corresponder a su amor, honramos a Aquél que lo envió. Jamás habremos honrado lo suficiente al Hijo de Dios, que cumplió perfectamente la Voluntad de su Padre. Todo testimonio que demos de Él, todo anuncio, toda confesión y toda defensa de sus mandamientos y de su Iglesia honra también al Padre, que es el Autor de todo.

leer más

HONRAR AL PADRE CELESTIAL (Parte IV)

Conocer, honrar y amar al Padre…

Honramos a nuestro Padre Celestial cuando nos esforzamos seriamente por recorrer el camino de la santidad. Aquel “sabor de santidad” del que hablaba ayer se intensifica cuando intentamos cumplir la tarea que nos ha sido encomendada en este mundo con espíritu de santidad.

leer más

CONOCIENDO AL PADRE CELESTIAL (Parte IV)

Conocer, honrar y amar al Padre…

Cuando haya crecido la relación confiada entre el Padre y nosotros; es decir, cuando lo hayamos conocido más a profundidad, notaremos cómo Dios empieza a hacernos partícipes de los deseos de su corazón. Nos hará comprender que debemos ir junto a Él en busca de las “ovejas perdidas” de la humanidad, para conducirlas de regreso a la casa del Padre.

leer más

CONOCIENDO AL PADRE CELESTIAL (Parte III) 

Conocer, honrar y amar al Padre…

El conocimiento de nuestro Padre a través de sus detalles diarios para con nosotros, de su Palabra y de la riqueza de los santos sacramentos pretende llevarnos paso a paso a entender que toda nuestra existencia se debe al gran SÍ de Dios a nosotros. Este gran SÍ no sólo es válido a nivel general para todos los hombres, sino que tiene un carácter sumamente personal: “Te llamé por tu nombre, y eres mío” (Is 43,1). Es este amor paternal de Dios el que se dirige a cada uno de nosotros de forma directa, queriendo entrar en aquella relación de amor única, que sólo es posible vivir en toda su plenitud con Dios mismo.

leer más

CONOCIENDO AL PADRE CELESTIAL (Parte II)

 Conocer, honrar y amar al Padre…

Es necesario que sepamos percibir en nuestra vida diaria la amorosa atención y delicadeza de Dios para con nosotros. Cuando nos sabemos amados por una persona, notamos con gratitud hasta sus más mínimos y a veces insignificantes gestos de amor. Éstos nos hablan de aquella persona, de modo que, al percibirlos, aprendemos a conocerla mejor. Con el paso del tiempo, quizá podamos entender que sus detalles para con nosotros no son sólo gestos transitorios o esporádicos; sino que brotan del corazón de aquella persona.

leer más