EL TEMA INAGOTABLE

«Ven, elegida mía, y pondré mi trono en tu corazón» (Antífona del común de vírgenes).

Una y otra vez, el amor es el gran tema. No es de sorprenderse, ya que fue por amor que nuestro Padre lo creó, lo redimió y lo santifica todo. El amor es lo más grande, que otorga un sentido profundo a todo cuanto existe. Sin amor, todo sería «como bronce que resuena» (1 Co 13, 1). Por tanto, si nuestro Padre celestial nos llamó a la existencia movido por el amor, entonces este amor es lo más importante en nuestra vida. Si por un amor humano estamos dispuestos a organizar todo en función de él y a comprometernos de por vida, cuánto más hemos de estarlo cuando descubrimos el amor divino. Por su causa, podemos dejarlo todo atrás para entregarnos a él sin reservas.

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“RESISTENCIA INTERIOR AL PECADO”

«Yo soy la resistencia contra el pecado dentro de tu corazón» (Palabra interior).

Se cuenta que, en una etapa de su vida, Santa Catalina de Siena sufrió terribles tentaciones contra la pureza y que entonces habló con Jesús y le preguntó dónde había estado Él mientras ella atravesaba esos ataques que le resultaban insoportables. Jesús le respondió que había sido Él quien había obrado en su corazón la repugnancia a tal impureza.

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“LA MÚSICA SACRA”

«Para el moribundo, la música es como una hermana; es el primer dulce sonido del más allá; y la musa del canto es la hermana mística que señala el cielo» (San Buenaventura).

Con estas palabras, San Buenaventura se habrá referido, sobre todo, a la música sacra que, especialmente en tiempos pasados, resonaba en los monasterios. La música sacra es inspirada por los ángeles y resuena para la alabanza de Dios, proclamando así su gloria.

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