“YO NO TE OLVIDARÉ” 

¡Cuánto admiramos el amor de una madre, que permanece al lado de su hijo aun en las más difíciles circunstancias! Para no pocas personas, este amor maternal es quizá lo único en que pueden apoyarse en medio de las olas de la confusión y distorsión de la vida.

A través del Profeta Isaías, el Señor mismo nos pone como ejemplo este amor:

“¿Es que puede una mujer olvidarse de su niño de pecho, no compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ellas se olvidaran, Yo no te olvidaré.” (Is 49,15)

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EL TESORO DE DIOS EN LA TIERRA 

El Señor nos dice: “Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban” (Mt 6,20). ¡Sabemos lo que nos quiere decir! En efecto, todo lo que hacemos movidos por el verdadero amor se convierte en el oro más precioso en la tesorería celestial.

Pero también nuestro Padre tiene un tesoro: son los corazones de los hombres que le pertenecen.

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“PRENDADO ESTÁ EL REY DE TU BELLEZA” 

“Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor” (Sal 44,11-12). 

Estos versos del salmo despliegan su más sublime belleza cuando los entendemos como una llamada de nuestro Padre a seguirle sin reservas y a ponernos de lleno a su servicio. Esta belleza cobra vida cuando vemos una vocación religiosa: por ejemplo, alguien que se siente llamado a seguir al Señor en un monasterio contemplativo.

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HASTA LOS LEONES CLAMAN A DIOS 

“Los leoncillos rugen por la presa, reclamando a Dios su comida” (Sal 103,21).

El amor y el cuidado de Dios se extienden a toda su Creación irracional. Esto habrá sido lo que impulsó a un San Francisco de Asís a incluir a todos los elementos en la fraternidad de las criaturas en su famoso cántico. Todo lo que nuestro Padre ha creado encuentra su sentido más profundo en Él y da testimonio de Él, aunque a consecuencia del pecado haya quedado disturbada la armonía originaria y la muerte haya entrado en este mundo.

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RELACIÓN FAMILIAR CON DIOS

“¡Venid, acercaos: todos tenéis derecho a acercaros a vuestro Padre!” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

En el mundo de la política suele hablarse de los “derechos humanos” que deben garantizarse y ser respetados. Sin embargo, al no comprender correctamente el orden de valores instituidos por Dios, se puede llegar a tener concepciones erróneas sobre lo que son los derechos humanos. Las palabras que hoy escuchamos del Mensaje del Padre, en cambio, nos hacen ver un derecho fundamental y muy profundo de nuestra existencia. leer más

LAS VERDES PRADERAS DE DIOS

¡Con cuánta abundancia nos provee el Padre! Así como nos da el pan de cada día, también alimenta nuestra alma con el pan espiritual que necesitamos. Día a día nos habla a través de su santa Palabra. Día a día su voz susurra a nuestro corazón, bendiciéndonos con su presencia. Día a día el sacrificio de Cristo es actualizado en los altares, para que el fruto de la Redención sea brindado a las personas en el “pan de los ángeles”. Y, no obstante, tristemente es muy cierto lo que nos dice el Padre en su Mensaje:

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UNA DE NUESTRA RAZA

“El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su Nombre es santo” (Lc 1,49).

Estas sublimes palabras brotan de los labios de la Santísima Virgen, y por toda la eternidad serán inolvidables.

¡Qué maravilloso fue el designio de nuestro Padre Celestial para su obra de salvación! No quiso que su Hijo divino simplemente bajara del cielo como el gran triunfador que nos mostrase su poder y majestad. No, Dios escogió a una mujer para venir a este mundo, convirtiéndola en Madre de su Hijo, el Redentor de todos los hombres.

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“¡TEN EL VALOR DE SER COMO ERES!”

“Ten el valor de ser como Yo te creé y como quiero formarte. Entonces Yo viviré en ti y tomaré forma en tu vida” (Palabra interior).

No pocas veces sucede que las personas se sienten presionadas por diversas expectativas que otros tienen de ellas sobre cómo consideran que deberían ser. Pero estos ideales, ya sean de ciertas personas o de la sociedad a nivel general, no necesariamente ayudan a encontrar la propia identidad. Tal vez uno mismo también se haya creado imágenes de cómo cree que debe ser ante los demás. Todas estas expectativas pueden convertirse en una gran presión, sobre todo cuando se trata de una identidad ficticia, que no corresponde a la esencia más profunda de la persona. Así, ella puede llegar hasta el punto de vivir en la constante tensión de tener que cumplir un ideal que no es su verdadera identidad. Esto puede suceder también en el ámbito religioso.

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CAUTIVO DEL AMOR

“Padre divino, bondad infinita que se derrama sobre todos los pueblos, ¡que todos los hombres te conozcan, te honren y te amen!” (Antífona del Oficio a Dios Padre).

Cuando la paz de nuestro Padre desciende como rocío sobre la Tierra y penetra en las almas, cuando los hombres empiezan a conocer, honrar y amar a Dios, también se vuelven receptivos a su bondad que se derrama sobre todos los pueblos.

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