“VENDRÉ MUY CERCA A VOSOTROS”

 “Mi presencia entre vosotros es como el sol en el mundo. Si estáis bien dispuestos a recibirme, vendré muy cerca a vosotros, entraré en vosotros, os iluminaré, os calentaré con mi amor infinito.” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio) 

A nivel natural, el sol nos da luz y calor, despertándonos a la vida. Es un maravilloso regalo de Dios. El Padre se vale de este ejemplo para compararlo con su presencia y su obra en medio de nosotros.

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LETRAS DORADAS EN EL ALMA

“¡Oh, Señor! Si tan sólo pudiera trazarte en mi corazón, grabarte en lo más íntimo de mi corazón y de mi alma con letras doradas, para que nunca te borraras” (Beato Enrique Suso).

Ciertamente nuestro Padre le cumplió este deseo al Beato Enrique Suso. ¿Cómo podría resistirse a una petición tan sincera de su amor? En efecto, nada le agrada tanto a nuestro Padre como vernos buscándolo con ese ardiente anhelo que Él mismo sembró en nosotros.

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UNA ALIANZA CON EL ESPÍRITU SANTO Y NUESTRO SEÑOR

“¡El tiempo apremia! Desearía que los hombres sepan cuanto antes que los amo y que Mi mayor felicidad consiste en estar y hablar con ellos, como un Padre con sus hijos” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Resulta evidente cuán importante es para nuestro Padre que los hombres reconozcamos su amor. ¡El tiempo apremia! Y esto es tan cierto: cada día que vivimos conscientes del amor de nuestro Padre es tan rico para nosotros y una felicidad para el Padre, en cuanto que puede comunicarnos su amor. En cambio, cada día en el que no reconocemos su amor y, en consecuencia, no le correspondemos, es tan pobre.

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LA OBRA DE ARTE DE DIOS

“Cuanto mejor te conozco, más te amo. Cuanto más me familiarizo contigo, más bondadoso te muestras. ¡Oh, qué tesoro insondable, perfecto y puro eres!” (Beato Enrique Suso).

En estas palabras se nos revela un alma amante. Enrique Suso es un místico alemán († 1366), uno de esos santos que hablan a partir de su experiencia interior con nuestro Padre, una de esas almas que han probado el dulce sabor del amor divino y vivieron en íntima unión con Dios.

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“QUÉDATE CONMIGO; YO TE GUÍO”

“¡Quédate conmigo; Yo te amo! – ¡Quédate conmigo; Yo te guardo! – ¡Quédate conmigo, Yo te guío! ¡Yo soy tu Padre!” (Palabra interior). 

Una vez más, se nos invita a permanecer con nuestro Padre. Él quiere tomar las riendas de nuestra vida. Estar bajo su guía significa seguir concretamente sus indicaciones en la vida cotidiana, encontrar el “hilo de oro” y actuar así de acuerdo a su proyecto en la más íntima unión con Él.

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“QUÉDATE CONMIGO; YO TE AMO”

“¡Quédate conmigo; Yo te amo! – ¡Quédate conmigo; Yo te guardo! – ¡Quédate conmigo, Yo te guío! ¡Yo soy tu Padre!” (Palabra interior).

¡Qué invitación nos dirige nuestro Padre Celestial! Y no se aplica solamente al breve tiempo de nuestra existencia terrena; sino que permanece vigente siempre y nos llevará de gloria en gloria en la eternidad:

“Ahora vemos como en un espejo, borrosamente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de modo imperfecto, entonces conoceré como soy conocido” (1Cor 13,12).

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“MI AMOR ES MÁS FUERTE QUE TUS DEBILIDADES”

Antes de entrar en materia, me gustaría decir unas breves palabras sobre nuestra misión: Harpa Dei y yo hemos regresado sanos y salvos de un fructífero viaje apostólico en Brasil y Argentina. Aprovecho la oportunidad para agradecer las oraciones de todos aquellos que siguen diariamente los “3 Minutos para Abbá”. Fue una alegría encontrarme en ambos países con personas que escuchan frecuentemente estas meditaciones. Espero que, en el futuro, se difundan aún más para la gloria de nuestro Padre Celestial y para el bien de las almas. El próximo paso sería empezar a traducirlas también al francés.

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LA GLORIA DE LA RESURRECCIÓN 

“¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, infierno, tu aguijón?” (1Cor 15,55).

Podemos exclamarlo llenos de júbilo en este día, el día en que la Iglesia proclama la Resurrección del Hijo de Dios: ¡El Señor ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

El Padre hizo realidad todo lo que había sido anunciado. Y lo que aún falta por cumplirse, con toda certeza llegará, pues Él es el Eterno, el Amantísimo y el que todo lo cumple.

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EL SILENCIOSO SÁBADO

“Si digo: ‘que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí, ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día” (Sal 138,8).

No hay nada que no pueda ser iluminado por la luz de Dios.

El silencioso sábado que precede a la Pascua está marcado por el descenso del Crucificado al reino de la muerte, para llevar la Redención a aquellos que aún no viven a plenitud en la luz de Dios; aquellos que aún tuvieron que esperar hasta que el Redentor viniese a ellos.

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