UNA BRÚJULA INTERIOR

“El gozo de este mundo es efímero. No puede perdurar si no está relacionado conmigo” (Palabra interior).

El Espíritu del Señor nos enseña a no detenernos en los placeres de esta vida terrenal. Ciertamente podemos considerarlos como regalos de nuestro Padre Celestial e integrarlos como tales en nuestra vida. Pero sólo adquieren su verdadera belleza cuando los acogemos como una expresión de la bondad del Señor y le damos las gracias por ellos.

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REPOSO SERENO

“En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo”
(Sal 4,9).

¡Dichoso aquel que aplica estas palabras del salmo! No temerá “el espanto nocturno” (Sal 90,5), y aunque los sueños inquietantes quieran perturbarlo, no perderá la paz del corazón, porque sabe que el Señor vela sobre él.

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