LOS ATRAÍA CON LAZOS DE AMOR”

 “Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer” (Os 11,4). 

El Padre recurre a mil maneras para mostrar a los hombres su amor. De muchas formas se inclina hacia nosotros, y con suma claridad sucede en el Nacimiento del Hijo de Dios, que vino a nosotros como hombre, para que pudiésemos entender cuán cerca quiere estar Dios de nosotros, cuán valiosos somos para Él…

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ELLOS NO COMPRENDIERON QUE YO LOS SANABA

“Yo enseñé a andar a Efraín, Yo lo llevé en Mis brazos; pero ellos no comprendieron que Yo los sanaba” (Os 11,3). 

El Padre y su Pueblo escogido… ¡Qué historia de amor con tantas facetas! En los versículos de ayer escuchamos que, cuanto más Dios los llamaba, tanto más los hijos de Israel se alejaban de Él y se volvían a los ídolos.

Hoy el Señor se lamenta de que no comprendían su amor y el tierno afecto que les brindaba. Dios quería sanarlos, pero ellos no lo entendían…

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EL AMOR DE DIOS NO SE EXTINGUE

“Cuando Israel era niño yo lo amé y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más los llamaba, tanto más se alejaban de mí. Seguían sacrificando a los Baales y quemando incienso a los ídolos.” (Os 11,1-2)

Éste es el drama que nuestro Padre experimenta tan a menudo. Se extiende a lo largo de toda la historia humana, y resulta particularmente doloroso cuando es el Pueblo de Israel quien lo protagoniza. Los versículos que siguen a este pasaje del Profeta Oseas nos muestran con cuánta ternura Dios llama a los suyos y cómo está siempre dispuesto a perdonarlos. Pero con dolor tiene que constatar que cuanto más lo llama y le muestra su amor, tanto más su Pueblo se aleja de Él, ofendiéndolo con sus aberraciones.

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LOS PENSAMIENTOS DE DIOS

“¡Qué incomparables encuentro tus pensamientos, 
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.”
(Sal 138,17-18)

 ¿Podemos conocer los pensamientos de Dios?

Sí, porque el Padre se comunica a sus amigos y confidentes. Si leemos la Sagrada Escritura, podemos llegar a entenderla como una carta de Dios para toda la humanidad. El Padre no nos ha prometido hacernos omniscientes. En efecto, ¿por qué habríamos de ambicionar serlo? Nadie puede abarcar el conjunto de sus pensamientos, y tampoco es esencial saberlo todo.

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EL CRISOL DEL AMOR DIVINO

“Yo mismo vengo a traer el fuego ardiente de la Ley del amor, para así derretir y destruir la enorme capa de hielo que envuelve a la humanidad.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Cuando el Señor vuelva, ¿encontrará fe sobre la tierra? (Lc18,8)
Siendo realistas, hay que admitir que el panorama se ve sombrío. Cuando miramos a nuestro alrededor, tenemos que constatar que la fe y, en consecuencia, la relación viva del hombre con Dios está a punto de extinguirse. Lamentablemente, hay que hablar incluso de apostasía… ¡Una situación desesperada!

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LA VERDADERA LIBERTAD

 “Nunca estaréis en la verdadera libertad ni en la verdadera felicidad, mientras no me reconozcáis como Padre y os sometáis a mi yugo, para ser verdaderos hijos de Dios, vuestro Padre.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Cuando pensamos poder hallar la libertad y la felicidad fuera de los santos Mandamientos de Dios, nos encontramos en el mayor engaño. Es el engaño de Lucifer, que hace creer a las personas que pueden determinar por sí mismas su vida conforme a sus propias ideas y que entonces todo saldrá bien. ¡Lo que sucede es todo lo contrario!

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YO OS INUNDO CON MI AMOR

“[Al recibir la Sagrada Hostia] Yo os inundo con mi amor. Entonces, sólo tenéis que pedirme las virtudes y la perfección que necesitáis, y podéis estar seguros de que, en estos momentos en que Dios reposa en el corazón de su criatura, nada os será negado.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

 Nuestro Padre Celestial nos invita a que, tras haber recibido la Santa Comunión, le pidamos todo aquello que nos sirva en el camino de la santidad. Cuando recibimos dignamente la Santa Eucaristía, Dios está incomparablemente cerca de nosotros y nos inunda con su amor. Nosotros, por nuestra parte, hemos de estar en la mejor disposición para acoger las gracias del Señor. Nosotros, los hombres, somos receptivos. Aunque generalmente acostumbramos ser muy activos y creativos –lo que, sin duda, es algo bueno–, hemos de entender que el amor de Dios se nos comunica inmerecidamente (aquí el Padre nos dice: “Os inundo con mi amor”) y que nosotros debemos acogerlo.

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BUSCAD ALMAS

“Buscad almas que luchen desinteresadamente por Mi gloria y honor, y que de buena gana me den este lugar de reposo.” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Cuando le hemos abierto las puertas de nuestro corazón al Padre Celestial y Él se nos dona, cuando empezamos a disfrutar la dicha de la comunión íntima con Él, entonces nuestro Padre dirige nuestra mirada a las otras personas, pues también ellas están llamadas a tener parte en esta inefable gracia de vivir como verdaderos hijos de Dios.

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CORAZONES QUE PUEDAN ENTENDERME

“¿Qué es lo que deseo alcanzar a través de esta “obra de amor”, si no encontrar corazones que puedan entenderme?” (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio)

Durante los últimos días, habíamos hablado en los “3 minutos para Abbá” sobre el corazón humano, que el Señor conoce hasta en sus rincones más recónditos. En el breve pasaje que hoy escuchamos del Mensaje del Padre, se nos dice que Él busca corazones que puedan entenderlo.

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YO CONOZCO TU CORAZÓN

“Yo conozco tu corazón y sé que me amas. A fin de cuentas, esto es lo decisivo, porque el amor todo lo perdona.” (Palabra interior)

Estas palabras del Padre nos recuerdan a aquella frase de oro atribuida a San Agustín: “Ama y haz lo que quieras.”

Conforme a esta máxima, el amor es el criterio definitivo para actuar y, de por sí, conduce a la acción correcta. En consecuencia, nuestra tarea es buscar el verdadero amor, reconocerlo, beber de él y vivir en él.

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