«Cuando aún estaba lejos, le vio su padre y se compadeció» (Lc 15,20).
Todos conocemos la conmovedora parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32), que tras haber malgastado su herencia, regresa a la casa de su padre. Éste lo recibe con alegría y celebra una fiesta por haberlo recuperado. Entendemos bien que esta comparación nos transmite algo de la verdadera imagen de nuestro Padre celestial.