CARTA A LOS ROMANOS (Rom 10,15-21): “Israel en el plan de Dios”  

Rom 10,15-21

¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Nueva! Pero no todos obedecieron al Evangelio. Pues Isaías dice: ‘Señor, ¿quién creyó nuestro anuncio?’ Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, a través de la palabra de Cristo. Pero digo yo: ¿es que no oyeron? Todo lo contrario: ‘A toda la tierra llegó su voz, y hasta los confines del mundo sus palabras’. Pero digo yo: ¿acaso Israel no entendió? Moisés es el primero que dice: ‘Yo os haré sentir celos de un pueblo que no es pueblo, y con un pueblo necio os irritaré’. Isaías, por su parte, se atreve a decir: ‘Fui encontrado por los que no me buscaban, me manifesté a los que no preguntaban por mí’. Pero a Israel le dice: ‘Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo incrédulo y rebelde’.

En el pasaje que hemos escuchado, san Pablo empieza hablando de la desobediencia de Israel. El pueblo escogido recibió el anuncio, pero gran parte no acogió el mensaje. El Apóstol cita las profecías de la Sagrada Escritura que se estaban cumpliendo ante sus ojos. Varios pasajes del Antiguo Testamento, especialmente de los profetas, se lamentan de la desobediencia y la rebeldía del pueblo de Israel. Al encontrarse con el Mesías, se obstinaron en su cerrazón.

En el pasaje de hoy, Pablo expresa la idea de que, al permitir el rechazo de su pueblo y hacer partícipes a otros pueblos de las gracias y los beneficios divinos de los que ellos ya no gozan, el Señor quiso despertar los celos de Israel.

Sin embargo, el Apóstol insiste en que Dios no ha rechazado al pueblo judío (Rom 11,1). Señala que, en efecto, él mismo es israelita y cita en este contexto al profeta Elías, que pensaba que estaba solo:

“‘Señor, mataron a tus profetas, derribaron tus altares, y quedo yo solo, y buscan mi vida.’ Pero, ¿qué le dice la respuesta divina? ‘Me he reservado siete mil varones, que no doblaron la rodilla ante Baal.’ Así pues, también en el tiempo presente ha quedado un resto según elección gratuita. Ahora bien, si es por gracia, no es por las obras, porque entonces la gracia ya no sería gracia” (Rom 11,3-6).

De hecho, hubo entre el pueblo judío quienes aceptaron la fe en Cristo, junto con los apóstoles. Ellos son el «remanente escogido» en el que se cumplieron las promesas de Dios, mientras los demás se obstinaron.

A continuación, Pablo nos da a entender que, a través del tropiezo de Israel, vino la salvación al mundo gentil para provocar los celos del pueblo escogido (v. 11). Pero subraya que, “si su reprobación ha supuesto la reconciliación del mundo, ¿qué será su restauración sino una resurrección de entre los muertos?” (v. 15).

Seguidamente, Pablo pasa a explicar cómo los gentiles que hallaron el camino de la salvación mediante la fe en Cristo están conectados con el pueblo de la antigua alianza. Para ilustrarlo, utiliza la imagen del olivo. A causa de la incredulidad de los israelitas, algunas ramas fueron desgajadas, mientras que otras, procedentes del «olivo silvestre» (es decir, de los pueblos gentiles), fueron injertadas en el olivo bueno (vv. 17-24).  El apóstol advierte que los gentiles no deben ensoberbecerse por haber sido injertados, pues también podrían ser arrancados nuevamente del olivo bueno si no perseveran en los caminos de Dios. A la inversa, los judíos que fueron desgajados pueden volver a ser injertados si aceptan la fe en Cristo.

Entonces, el Apóstol, citando la Escritura, recalca que todo Israel aún ha de salvarse, una vez que los gentiles hayan abrazado la fe en Cristo:

“El endurecimiento parcial que ha padecido Israel durará hasta que entre la plenitud de los gentiles, y así todo Israel se salve, como está escrito: ‘De Sión vendrá el libertador, apartará de Jacob las impiedades; y ésta será mi alianza con ellos, cuando haya borrado yo sus pecados’” (Rom 11,25b-27).

Vemos, pues, que Pablo mantiene la esperanza de que Israel alcanzará la salvación y se cumplirá el designio originario de Dios para con su pueblo. Inicialmente, esto solo se hace realidad en el remanente escogido, es decir, en aquellos judíos que aceptaron a Jesús como su Salvador y Redentor.

Así, se crea la situación de que, por un lado, Israel se ha convertido en enemigo de los cristianos por lo que se refiere al Evangelio, pues rechazaron al Mesías y también persiguen y combaten la fe en Él. Por otro lado, en cuanto a la elección, son amados, como lo expresa san Pablo (v. 28).

En efecto, hay que tomar en cuenta estos dos aspectos. A menudo nos encontramos con el rechazo y, a veces, incluso con la hostilidad de ciertos judíos. Pero, si consideramos a los patriarcas y a los profetas, al remanente fiel de Israel, nos sentimos unidos a ellos. Por eso es tan importante que oremos por el pueblo judío para que lleguen a reconocer al Mesías y tengan parte en la gracia que Dios ha previsto para ellos.

Pablo concluye estas reflexiones con un himno de alabanza a la sabiduría de Dios, que es el único capaz de unir a su primer pueblo escogido con los fieles procedentes de todas las naciones:

“¡Oh profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Qué incomprensibles son sus juicios y qué inescrutables sus caminos! Pues ¿quién conoció los designios del Señor?, o ¿quién llegó a ser su consejero?, o ¿quién le dio primero algo, para poder recibir a cambio una recompensa? Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él la gloria por los siglos. Amén” (Rom 11,33-36).

Meditación sobre la lectura del día (Inmaculado Corazón de María): https://es.elijamission.net/inmaculado-corazon-de-maria-3/

Meditación sobre el evangelio del día: https://es.elijamission.net/fiesta-del-inmaculado-corazon-de-maria-su-madre-conservaba-todo-esto-en-su-corazon/

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