“Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18,37).
Is 38,1-6.21-22.7-8
En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle: “Esto dice Yahvé: Haz testamento, porque vas a morir, no vivirás.” Ezequías volvió su rostro a la pared y oró a Yahvé. Dijo: “¡Ah, Yahvé! Dígnate recordar que me he conducido en tu presencia con fidelidad y corazón perfecto, haciendo lo que tú consideras correcto.” Después Ezequías estalló en un copioso llanto. Entonces le fue dirigida a Isaías la palabra de Yahvé en estos términos: “Ve y di a Ezequías: Esto dice Yahvé, Dios de tu padre David: He oído tu plegaria, he visto tus lágrimas y he decidido curarte. Dentro de tres meses subirás al templo de Yahvé. Añadiré quince años a tus días. Te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria, y ampararé a esta ciudad.”
Is 26,7-9.12.16-19
La senda del justo es recta; tú allanas la senda del justo. Echamos de menos, Yahvé, tu forma de hacer justicia; tu nombre y tu recuerdo son la añoranza de mi vida. Mi ser te anhela de noche, mi espíritu madruga por buscarte, porque cuando tus juicios se ejercen sobre la tierra, los habitantes del mundo aprenden la justicia. Señor, tú nos aseguras la paz, porque eres tú el que realiza por nosotros todo lo que nosotros hacemos. Yahvé, en el aprieto te buscamos, cuando más nos oprimía tu castigo: como cuando una mujer encinta sufre al acercarse el parto y se queja entre dolores, eso parecíamos ante ti, Yahvé.
“Resistencia espiritual con claridad y libertad, así como con gran resolución” (Palabra interior).
Is 10,5-7.13-16
Así dice el Señor: “¡Ay, Asiria, bastón de mi ira, vara que mi furor maneja! Voy a guiarla contra gente impía, contra el pueblo objeto de mi cólera, para que lo saqueen y lo pillen a placer, y lo pateen como el lodo de las calles. Pero él no pensaba así, ni su mente así lo estimaba, sino que su intención era arrasar y exterminar no pocos pueblos.” Porque dijo: “Con el poder de mi mano lo hice, con mi sabiduría, pues soy perspicaz; he borrado las fronteras de los pueblos, sus almacenes he saqueado, he abatido como un héroe a los reyes.
“Es terrible cuando una persona no se convierte. Es un dolor para todos nosotros” (Palabra interior).
“El gozo de este mundo es efímero. No puede perdurar si no está relacionado conmigo” (Palabra interior).
El Espíritu del Señor nos enseña a no detenernos en los placeres de esta vida terrenal. Ciertamente podemos considerarlos como regalos de nuestro Padre Celestial e integrarlos como tales en nuestra vida. Pero sólo adquieren su verdadera belleza cuando los acogemos como una expresión de la bondad del Señor y le damos las gracias por ellos.
Mt 11,20-24
En aquel tiempo, Jesús se puso a reprochar a los pueblos en los que había realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertos de sayal y sentados en ceniza. Por eso, os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿pretendes encumbrarte hasta el cielo? ¡Pues hasta el Hades te hundirás! Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.”
“En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo” (Sal 4,9).
¡Dichoso aquel que aplica estas palabras del salmo! No temerá “el espanto nocturno” (Sal 90,5), y aunque los sueños inquietantes quieran perturbarlo, no perderá la paz del corazón, porque sabe que el Señor vela sobre él.
Mt 23,8-12 (Evangelio correspondiente a la memoria de San Buenaventura)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Vosotros no os dejéis llamar ‘Rabbí’, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie ‘Padre’ vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar ‘Instructores’, porque uno solo es vuestro Instructor: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.” leer más