“Atesora oro indestructible en la cámara del tesoro de Dios” (Palabra interior).
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La Ley como pedagogo
Gal 3,22-29
La Escritura encerró todas las cosas bajo el pecado, para que la promesa fuese dada a los creyentes por la fe en Jesucristo. Antes de que llegara la fe, estábamos prisioneros, custodiados por la Ley, en espera de la fe que debía ser revelada. Por consiguiente, la Ley ha sido nuestro pedagogo, que nos condujo a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe; pero cuando ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al pedagogo. En efecto, todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay diferencia entre judío y griego, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer, porque todos vosotros sois uno solo en Cristo Jesús. Si vosotros sois de Cristo, sois también descendencia de Abrahán, herederos según la promesa.
Serie sobre las carencias de libertad – Parte III: “Ser demasiado influenciables, condescendientes y dependientes de la opinión pública”
En las dos últimas meditaciones, nos habíamos fijado en dos diversas carencias de libertad: el miedo y los respetos humanos. Además, habíamos hablado un poco sobre los complejos de inferioridad. En nuestro camino de seguimiento de Cristo, estamos llamados a superar –con la ayuda de Dios– todas estas limitaciones a nuestra libertad, para que no sean un obstáculo en este camino ni impidan que en nuestro testimonio cristiano resplandezca la libertad que nos confiere la fe. Hoy veremos otras tres carencias de libertad, que tienen cierta similitud.
CRECIENTE OLVIDO DE DIOS
“[El Señor] ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente.” (Sal 110,4).
UN POEMA PARA EL REY
“Me brota del corazón un poema bello, recito mis versos a un rey” (Sal 44,2).
¿Qué noticia puede alegrar tanto el corazón como la de que nuestro Padre nos ama infinitamente? ¿Qué noticia puede ser más importante para los hombres que la Buena Nueva del Evangelio? ¿Qué noticia en la tierra puede hacer que el corazón rebose de gozo más que vivir en la verdad y estar en camino hacia la patria eterna?
Serie sobre las carencias de libertad – Parte II: “Los respetos humanos”
Estoy realizando esta serie de meditaciones sobre las “carencias de libertad” porque, a mi parecer, es importante que nuestro testimonio cristiano esté impregnado por aquella libertad que sólo el Señor puede concedernos: “Si el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres” (Jn 8,36). Aunque tratemos de vivir en la Voluntad de Dios –y esto es lo que desea toda persona que haya vivido una verdadera conversión–, puede haber ciertas debilidades que nos impiden cumplir Su Voluntad gustosa, entera e inmediatamente. Aunque quizá no todos nosotros nos veamos afectados por cada una de las carencias de libertad que trataremos en las próximas meditaciones, es importante tomar nota de todas ellas. Quizá así podamos ayudar a otras personas, cuya libertad está restringida por todo tipo de miedos y otras carencias. Para desarrollar este tema, tomo ciertas pautas del libro “Nuestra transformación en Cristo” de Dietrich von Hildebrand, especialmente del capítulo llamado “La verdadera libertad”.
TODO ESTÁ SUJETO A LA GUÍA DE DIOS
“¡Ten confianza y serenidad! Nada sucede sin mi voluntad, e incluso aquello que permito que suceda está sujeto a mi guía” (Palabra interior).
Serie sobre las carencias de libertad – Parte I: “El miedo”
Quien conozca mis meditaciones diarias, notará que procuro ofrecer una ayuda para profundizar en el camino de seguimiento de Cristo, basándome en la Sagrada Escritura y en la auténtica doctrina de la Iglesia. En ocasiones, interrumpo el ritmo habitual de las meditaciones bíblicas para abordar en forma de “serie” algún tema que considero importante. De esta manera, se pueden tratar más a profundidad ciertos temas relacionados con la vida espiritual.
UN POEMA PARA EL REY
“Me brota del corazón un poema bello, recito mis versos a un rey” (Sal 44,2).
LOS DESIGNIOS DEL SEÑOR PREVALECEN
“El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor” (Prov 19,21).
