Los judíos le respondieron: “¿No tenemos razón cuando decimos que tú eres samaritano y estás endemoniado?” Jesús respondió: “Yo no estoy endemoniado, sino que honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi palabra jamás verá la muerte”. Los judíos le dijeron: “Ahora sabemos que estás endemoniado. Abrahán murió y también los profetas, y tú dices: ‘Si alguno guarda mi palabra, jamás experimentará la muerte’. ¿Es que tú eres más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes tú?” Jesús respondió: “Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada vale. Mi Padre es el que me glorifica, el que decís que es vuestro Dios, y no le conocéis; yo, sin embargo, le conozco. Y si dijera que no le conozco mentiría como vosotros, pero le conozco y guardo su palabra.
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LOS DONES Y LA VOCACIÓN SON IRREVOCABLES
“Los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Rom 11,29). leer más
Evangelio de San Juan (Jn 8,37-47): “El padre de la mentira”
Jesús dijo a los judíos: “Yo sé que sois linaje de Abrahán y, sin embargo, intentáis matarme porque mi palabra no tiene cabida en vosotros. Yo hablo lo que vi en mi Padre, y vosotros hacéis lo que oísteis a vuestro padre”. Le respondieron: “Nuestro padre es Abrahán”. “Si fueseis hijos de Abrahán -les dijo Jesús- haríais las obras de Abrahán. Pero ahora queréis matarme, a mí, que os he dicho la verdad que oí de Dios; Abrahán no hizo esto. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre”. Le respondieron: “Nosotros no hemos nacido de fornicación, tenemos un solo padre, que es Dios”. “Si Dios fuese vuestro padre, me amaríais -les dijo Jesús-; pues yo he salido de Dios y he venido aquí. Yo no he salido de mí mismo sino que Él me ha enviado. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis oír mi palabra. Vosotros tenéis por padre al diablo y queréis cumplir las apetencias de vuestro padre; él era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él.
QUE EL MUNDO ENTERO PROCLAME TU BONDAD
“Que el mundo entero proclame tu bondad paternal y tu divina misericordia” (de la oración de la Madre Eugenia Ravasio “Dios es mi Padre”).
Evangelio de San Juan (Jn 8,21-36): “¿Tú quién eres?”
Jesús les dijo de nuevo: “Yo me voy y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado; adonde yo voy vosotros no podéis venir”. Los judíos decían: “¿Es que se va a matar y por eso dice: ‘Adonde yo voy vosotros no podéis venir’?” Y les decía: “Vosotros sois de abajo; yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no soy de este mundo. Os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados”. Entonces le decían: “¿Tú quién eres?” Jesús les respondió: “Ante todo, lo que os estoy diciendo. Tengo muchas cosas que hablar y juzgar de vosotros, pero el que me ha enviado es veraz, y yo, lo que le he oído, eso hablo al mundo”. Ellos no entendieron que les hablaba del Padre. Les dijo por eso Jesús: “Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que como el Padre me enseñó así hablo.
Evangelio de San Juan (Jn 8,12-20): “Disputas de Jesús en Jerusalén”
De nuevo les dijo Jesús: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Le dijeron entonces los fariseos: “Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero”. Jesús les respondió: “Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero porque sé de dónde vengo y adónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne, yo no juzgo a nadie; y si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me ha enviado. En vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas es verdadero. Yo soy el que da testimonio de sí mismo, y el Padre, que me ha enviado, también da testimonio de mí”.
EN LO MÁS PROFUNDO DE TU INTERIOR
“Aférrate a mí siempre y adéntrate en lo más profundo de tu interior. Allí estoy yo presente” (Palabra interior).
INCOMPATIBILIDAD ENTRE AMOR A DIOS E INJUSTICIA
“Cuanto más amor a Dios reine en una persona, menos poder tendrá la injusticia sobre ella” (San Agustín).
Evangelio de San Juan (Jn 8,1-11): “Jesús y la mujer adúltera”
Jesús marchó al Monte de los Olivos. Muy de mañana volvió de nuevo al Templo, y todo el pueblo acudía a él; se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio y la pusieron en medio. “Maestro -le dijeron-, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés en la Ley nos mandó lapidar a mujeres así; ¿tú qué dices?” -se lo decían tentándole, para tener de qué acusarle. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir con el dedo en la tierra. Como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado que tire la primera piedra.” Y agachándose otra vez, siguió escribiendo en la tierra.