“La justicia es la constante y firme voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde.” (Santo Tomás de Aquino)
En esta sencilla definición, tenemos la base para la práctica de esta virtud cardinal. La justicia se dirige, en primer lugar, a Dios mismo, porque no hay nada que sea más justo que rendirle a Él el culto que le corresponde, como Creador y Padre: adoración, honor, gloria, gratitud, fiel cumplimiento de sus mandamientos, humilde y entregado servicio, confianza…