EL AMOR POR MIS CRIATURAS

“El amor por mis criaturas es tan grande, que no experimento ninguna alegría como la de estar en medio de los hombres.” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio)

En un principio, ciertamente estas palabras nos resultan sorprendentes. Si no permanecemos con los ojos cerrados frente a nuestra propia miseria y nos conocemos un poco a nosotros mismos y a otras personas, si echamos una ojeada a la historia y escuchamos los relatos de la Sagrada Escritura, fácilmente surgirá en nosotros la pregunta: “Señor, ¿qué es lo que encuentras en nosotros para que te complazca tanto estar en medio nuestro?”

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El dulce nombre de María

Is 61,9-11 (Lectura correspondiente a la Fiesta del santísimo nombre de María)

Su descendencia será conocida en las naciones y sus vástagos entre los pueblos; todos los que los vean reconocerán que son el linaje bendecido por el Señor. Con gozo me gozaré en el Señor, exulta mi alma en mi Dios, porque me ha revestido de ropas de salvación, en manto de justicia me ha envuelto como el esposo se pone una diadema, como la novia se adorna con aderezos. Porque, como una tierra hace germinar plantas y como un huerto produce su simiente, así el Señor hace germinar la justicia y la alabanza en presencia de todas las naciones.

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VENDRÉ MUY CERCA A VOSOTROS

 “Mi presencia entre vosotros es como el sol en el mundo. Si estáis bien dispuestos a recibirme, vendré muy cerca a vosotros, entraré en vosotros, os iluminaré, os calentaré con mi amor infinito.” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio)

A nivel natural, el sol nos da luz y calor, despertándonos a la vida. Es un maravilloso regalo de Dios. El Padre se vale de este ejemplo para compararlo con su presencia y su obra en medio de nosotros.

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Ira y compasión de Dios

Ex 32,7-11.13-14

 En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: “Anda, baja de la montaña, porque se ha pervertido tu pueblo, el que sacaste del país de Egipto. Bien pronto se han apartado del camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: ‘Éste es tu Dios, Israel, el que te ha sacado del país de Egipto.’”

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YO SOY EL SANTO EN MEDIO DE TI

 “No ejecutaré el furor de Mi ira; no volveré a destruir a Efraín. Porque Yo soy Dios y no hombre, el Santo en medio de ti, y no vendré con furor” (Os 11,9).

Sin duda muchos actos cometidos por el hombre atraen la ira de Dios, pues Él es misericordioso pero también justo. Recordemos, por ejemplo, cómo Jesús expulsó a los mercaderes del Templo (Jn 2,14-16), porque éstos, en lugar de adorar a Dios, hacían sus negocios en el recinto sacro, contribuyendo así a su profanación.

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La verdadera sencillez (Parte II)

Como habíamos visto en la meditación de ayer, nuestra vida empieza a concentrarse y a simplificarse cuando nos orientamos hacia el amor y la verdad.

De ninguna manera puede entenderse como “sencilla” y deseable una vida que se enfoca únicamente en la conservación material de la existencia. Tampoco se relaciona con la verdadera sencillez la falta de aptitud intelectual, que, al no comprender los contenidos más profundos, simplemente se queda con lo que le resulta más comprensible.

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MI CORAZÓN SE CONMUEVE DENTRO DE MÍ

“¿Cómo podré abandonarte, Efraín? ¿Cómo podré entregarte, Israel? ¿Cómo podré Yo hacerte como a Admá? ¿Cómo podré tratarte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de Mí, se enciende toda Mi compasión.” (Os 11,8).

¡Si tan sólo pudiésemos conocer mejor el Corazón de nuestro Padre! Entonces empezaría a derretirse la capa de hielo que rodea nuestro corazón, de modo que su amor podría penetrar en él, transformándonos y haciéndonos capaces de amar como Él.

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La verdadera sencillez (Parte I)

NOTA: En la meditación de hoy y de mañana, saldremos del marco habitual de las meditaciones diarias, generalmente basadas en la lectura o el evangelio del día, para desarrollar un tema que es muy significativo para nuestra vida espiritual: la sencillez.

La sencillez, correctamente entendida, es un gran valor. En efecto, sencillez no significa simplificar todas las cosas y no ser capaces de pensar de manera diferenciada. Antes bien, en su esencia, la verdadera sencillez quiere decir que contemplamos todas las cosas desde la perspectiva de Dios, de modo que cada cual recibe el lugar que le corresponde. Es el Espíritu Santo el que coloca todo en su orden, tanto en la vida interior como en la exterior.

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LOS ATRAÍA CON LAZOS DE AMOR”

 “Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer” (Os 11,4). 

El Padre recurre a mil maneras para mostrar a los hombres su amor. De muchas formas se inclina hacia nosotros, y con suma claridad sucede en el Nacimiento del Hijo de Dios, que vino a nosotros como hombre, para que pudiésemos entender cuán cerca quiere estar Dios de nosotros, cuán valiosos somos para Él…

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La santa obediencia de María

Mi 5,1-4a

Así dice el Señor: “Pero tú, Belén Efratá, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz.”

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