El Bautismo del Señor

Mt 3,13-17

En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: “Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?”. Jesús le contestó: “Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia”. Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”.

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LA GRACIA SE IRRADIA SOBRE OTRAS ALMAS

“Quien se acerque a Mí con confianza recibe mi gracia con tal sobreabundancia, que no la puede contener y la irradia sobre los otros” (Palabras del Señor a Santa Faustina Kowalska).

Estas hermosas palabras nos dan a entender que el Señor quiere convertirnos en recipientes de su gracia. De esta manera, las gracias que Él nos otorga no sólo servirán para llenar nuestra alma y hacerla florecer en toda su belleza; sino que además llegarán a través nuestro a las otras personas, pues el Señor siempre piensa en todos los hombres y a todos quiere conducirlos de regreso a casa, a su Reino…

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Sobre el discernimiento de los espíritus (Parte I)

1Jn 3,22 – 4,6

Cuanto pedimos lo recibimos de Dios, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y este es su mandamiento: que creamos en su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros según el mandamiento que nos dio. Quien guarda sus mandamientos mora en Dios y Dios en él; y en esto conocemos que mora en nosotros: en que nos ha dado el Espíritu. Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu; antes bien, comprobad si los espíritus son de Dios, pues son muchos los falsos profetas que han venido al mundo.

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VENCEDOR ES QUIEN QUIERA SEGUIR LUCHANDO

“Derrotado es sólo quien pierde el valor. Vencedor es todo el que quiera seguir luchando” (San Francisco de Sales).

Una máxima para este año y para todos los tiempos… Quien confía en nuestro Padre no perderá el valor y, por tanto, tampoco su rumbo fundamental. Los poderes del mal intentan luchar contra el Señor y su Ungido (Sal 2,2), pero sus esfuerzos son vanos. A fin de cuentas, el demonio sólo es el “embaucador embaucado”. ¡Esta es la realidad y debemos interiorizar esta certeza!

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La estrella de Belén

Mt 2,1-12

Jesús nació en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes. Unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: “¿Dónde está el rey de los judíos? Es que vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo.” El rey Herodes, al oírlo, se sobresaltó, y con él toda Jerusalén. Así que convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo.

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 “UN CENTINELA A LA PUERTA DE MIS LABIOS”

“Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios” (Sal 141,3).

¡Cuán distinto sería todo si cada persona rezara esta sabia oración y actuara conforme a ella! ¡Cuánto sufrimiento se evitaría y cuánto se avanzaría en la vida espiritual!

“Hay charlatanes que hieren como espadas; la lengua de los sabios es medicina” (Prov 12,18).

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El amor fraterno

1Jn 3,11-21

 Hermanos míos, éste es el mensaje que oísteis desde el principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín, que, al ser del Maligno, mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, mientras que eran justas las obras de su hermano. No os extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece.

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UNA GRAN OBRA DEL PADRE

“¡Oh! Cuánto quisiera que comprendieras la extensión de esta obra; su grandeza, su amplitud, su profundidad, su altura… ¡Quisiera que comprendieras los inmensos deseos que tengo para la humanidad presente y futura!” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

A través de la Madre Eugenia, el Padre dirige estas palabras al Papa de aquella época.

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APERTURA A CRISTO

“Hoy quiero añadir que la apertura a Cristo, que en cuanto Redentor del mundo ‘revela plenamente el hombre al mismo hombre’, no puede llevarse a efecto más que a través de una referencia cada vez más madura al Padre y a su amor” (Juan Pablo II, Encíclica “Dives in Misericordia”)

Cuanto más conozcamos al Padre y aprendamos a comprender su amor, cuanto más veamos al Hijo con los ojos del Padre, tanto más profunda llegará a ser nuestra relación con Jesús. Así, desde la perspectiva del amor de su Padre Celestial, descubrimos a nuestro Salvador. ¡No puede haber un encuentro más profundo con Él!

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