Hoy hemos llegado al undécimo día de nuestro itinerario cuaresmal, que nos prepara a lo largo de estos cuarenta días para la gran Fiesta de la Resurrección del Señor. Seguiremos desarrollando hoy el tema de la lucha contra los vicios. Pero, antes de entrar en materia, un breve recordatorio de las etapas que hemos recorrido hasta ahora en nuestro itinerario:
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AGRADECER AL PADRE CON ALEGRÍA
Cuando empezamos a dar gracias de corazón a nuestro Padre, nos adentramos cada vez más profundamente en la realidad de nuestra existencia. Vamos descubriendo más y más cuánto nos ha dado. Todo lo que a menudo damos por sentado, se nos convierte desde esta perspectiva en un motivo para agradecer incesante y alegremente al Padre, y nos permite crecer en la consciencia de su amor por nosotros.
En la Carta a los Colosenses, San Pablo exhorta a dar gracias con alegría: “Dad con alegría gracias al Padre, que os hizo capaces de participar en la luminosa herencia de los santos” (Col 1,11b-12).
ITINERARIO CUARESMAL | Día 10: “La lucha contra la gula”
Ayer reflexionamos sobre el pasaje de la purificación del Templo, y lo aplicamos luego a nuestro “templo interior”, que también requiere ser purificado.
Al inicio de nuestro “itinerario cuaresmal” cité la oración de San Nicolás de Flüe, cuya primera parte decía: “Señor mío y Dios mío, despréndeme de todo lo que me aleja de Ti.” Esta afirmación sintetiza la así llamada “vía purgativa” en el camino espiritual.
LA LONGANIMIDAD DEL PADRE
“El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad” (Sal 144,8).
Una de las maravillosas cualidades de nuestro Padre es su longanimidad. Él nos espera con paciencia. Una y otra vez les ofrece a los hombres la posibilidad de convertirse y lucha hasta el último momento para salvarlos.
ITINERARIO CUARESMAL | Día 9: “La purificación del Templo”
Después de haber escuchado en la lectura de ayer cómo la “ira del Señor” a causa de la maldad de la Ciudad de Nínive fue aplacada por la penitencia de sus habitantes, de modo que el castigo no recayó sobre ellos, conviene que hoy meditemos el pasaje de la purificación del Templo (Mt 21,12-13), que fue el evangelio de la Misa Tradicional hace dos días.
EL TEMOR DEL SEÑOR
„Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor“ (Sal 33,12) -nos dice el salmista, y el Libro de los Proverbios recalca: “Inicio de la sabiduría es el temor del Señor“ (Prov 9,10).
Conocemos el temor de Dios como uno de los siete dones del Espíritu Santo. Éste nos enseña una gran delicadeza en nuestro trato con Dios, que luego repercutirá también en el trato con el prójimo.
ITINERARIO CUARESMAL | Día 8: “La conversión de Nínive”
Siguiendo el leccionario del Novus Ordo, la lectura de hoy nos relata la historia de Jonás y la ciudad de Nínive (Jon 3,1-10). Sus habitantes se convirtieron y, en consecuencia, fueron exonerados del castigo que les hubiera sobrevenido.
Tomémonos muy en serio este pasaje de la Sagrada Escritura durante nuestro itinerario cuaresmal, y tratemos de actualizarlo.
“CONTEMPLADLO Y QUEDARÉIS RADIANTES”
“Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará” (Sal 33,6).
Cuando intentamos elevar siempre nuestra mirada al Padre, toda nuestra vida queda iluminada y transfigurada por su luz. La vida se vuelve transparente, porque, cuando vivimos conscientemente bajo la mirada de nuestro Padre, nada impuro puede resistir. San Benito instaba a sus monjes a vivir siempre en la consciencia de la presencia de Dios.
ITINERARIO CUARESMAL | Día 7: “La Palabra de Dios es nuestra lumbrera”
Tanto en el Rito Tradicional como en el Novus Ordo se proclama hoy en la lectura este pasaje del Profeta Isaías sobre la Palabra de Dios:
“Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador
y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo” (Is 55,10-11).
VERDADERA PAZ PARA JERUSALÉN
“Desead la paz a Jerusalén: ‘Vivan seguros los que te aman’” (Sal 121,6).
Con tan solo escuchar la palabra “Jerusalén”, amado Padre, el corazón de muchas personas empieza a latir deprisa y se enciende. Queremos amar todo lo que Tú amas y, por tanto, deseamos conocer más profundamente tu amor por Jerusalén.
