AHUYENTAR LA OSCURIDAD

“Busca siempre la luz, para unirte a ella y ayudar a ahuyentar la oscuridad” (Palabra interior).

La luz ahuyenta la oscuridad. Si aceptamos la invitación de buscar siempre la luz, las tinieblas empezarán por ceder en nuestro propio interior, pues el Espíritu Santo mismo es la “luz que penetra las almas” (Secuencia de Pentecostés).

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La tentación del orgullo

1Cor 1,26-31

Considerad, hermanos, vuestra vocación; porque no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que Dios escogió la necedad del mundo para confundir a los sabios, y Dios eligió la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes; escogió Dios a lo vil, a lo despreciable del mundo, a lo que no es nada, para destruir lo que es, de manera que ningún mortal pueda gloriarse ante Dios.

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“BÚSCAME Y SIEMPRE ME ENCONTRARÁS”

“Pídeme y te daré; búscame y siempre me encontrarás; toca y la puerta estará abierta de par en par para ti” (Palabra interior).

Podemos tener por cierto que siempre encontraremos abierta la puerta del Corazón de Dios cuando nos acerquemos a Él. Quizá no estemos tan conscientes de ello, porque aún no conocemos lo suficiente a nuestro Padre Celestial. Si llegamos a conocerle mejor, esta puerta abierta se nos convertirá en una profunda certeza. Nos resultará tan natural que siempre daremos por sentado que el Padre nos recibirá con su Corazón abierto y nos prestará su amorosa atención.

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La luz resplandeciente de la fe

Hb 11,1-2.8-19

La fe es garantía de lo que se espera y prueba de lo que no se ve. Por ella fueron alabados todos nuestros mayores. Por la fe, Abrahán, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia. Además, salió sin saber a dónde iba. Por la fe, peregrinó hacia la Tierra prometida como extranjero, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas.

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Un poco de tiempo todavía y el que va a venir llegará

Hb 10,32-39

Hermanos: Acordaos de los días primeros, cuando, recién iluminados, tuvisteis que sostener una lucha grande y dolorosa: unas veces sometidos públicamente a calumnias y vejaciones, otras estrechamente unidos a los que así eran tratados, porque compartisteis los sufrimientos de los encarcelados y recibisteis con alegría el robo de vuestros bienes, sabiendo que poseéis un patrimonio mejor y más duradero. 

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ESTAD TRANQUILOS

“Estad tranquilos y despreocupados, sin perder jamás la vigilancia y concentración del alma” (Palabra interior).

Combinar estos dos elementos es un arte espiritual muy fino. Esta tranquilidad despreocupada surge de la seguridad de saberse cobijado en Dios y de vivir concretamente en esta certeza. Entonces, todas las situaciones que se nos presentan no serán superadas en primer lugar a través de los esfuerzos de nuestra voluntad; es decir, con nuestras propias fuerzas, lo cual fácilmente lleva a una tensión interior. Antes bien, serán afrontadas escuchando atentamente las directrices del Señor. Nuestra voluntad sigue entonces el hilo del Espíritu Santo y se acopla dócil y tiernamente a él.

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ABANDONARSE A LA VOLUNTAD DE DIOS EN LAS ADVERSIDADES

“Si nos abandonáramos serenamente a la Voluntad de Dios en todas las adversidades, estaríamos en camino hacia la santidad y seríamos las personas más felices de la Tierra” (San Alfonso María de Ligorio).

Estas palabras nos vienen de personas que han tenido una profunda experiencia con Dios. Sus consejos, extraídos de la riqueza de su camino de seguimiento de Cristo, nos asisten especialmente en las situaciones difíciles.

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La conversión de San Pablo

Hch 22,3-16

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: “Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos.

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