NOTA: Puesto que a lo largo de los últimos años ya he hecho meditaciones sobre la mayoría de los textos bíblicos del calendario litúrgico, recurro a veces a las lecturas del calendario tradicional, cuando se trata de pasajes que me resultan muy importantes.
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PREDICAR CON AMOR
“El que predica con amor, rebate lo suficiente a los herejes, aunque no pronuncie un solo argumento contra ellos” (San Francisco de Sales).
Una maravillosa frase de San Francisco, que se presta para meditarla en nuestros “3 minutos para Abbá”.
La expulsión de los espíritus inmundos
Mt 10,1-7
En aquel tiempo, Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder para expulsar a los espíritus inmundos y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el que le entregó.
CREER PARA ENTENDER
“Me dice alguien: ‘Tengo que entender para creer’. Le respondo: ‘Cree para entender’.” (San Agustín).
En estas palabras de San Agustín encontramos una vez más aquella sencillez que impregna la Sagrada Escritura; una sencillez que nos permite llegar a la meta con seguridad.
Alcanzar la sabiduría
Pr 2,1-9 (Lectura correspondiente a la memoria de San Benito Abad)
Hijo mío, si aceptas mis palabras y retienes mis mandatos, prestando atención a la sabiduría y abriendo tu mente a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; si la buscas como al dinero y la rastreas como a un tesoro, entonces comprenderás el temor de Yahvé y encontrarás el conocimiento de Dios. Porque es Yahvé quien da la sabiduría y de su boca brotan el saber y la prudencia.
EL TESORO DE SU AMOR
“Nuestro buen Dios tiene el ardiente deseo de concedernos el gran tesoro de su amor, pero quiere que se lo pidamos suplicantes y que actuemos de tal manera que cada obra que realicemos sea una súplica que implore ese amor” (Santa Teresa Margarita Redi)
Debemos suplicar fervorosa e insistentemente al Padre para que pueda cumplirse su deseo de concedernos el gran tesoro de su amor, como sugiere la frase de la santa que acabamos de escuchar.
El crecimiento en la fe
Mt 9,18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús estaba hablando con los discípulos de Juan, se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: “Mi hija acaba de morir; pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá.” Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos.
LA HORA DE LA CONFIANZA
“Cuando un alma se acerca a mí con confianza, la colmo con tal abundancia de gracias que no puede contenerlos dentro de sí mismo, sino que las irradia sobre otras almas. A las personas que difunden la devoción a mi Misericordia las protejo durante toda su vida como una madre amorosa protege a sus hijos; y a la hora de su muerte no seré su juez sino su redentor misericordioso (…). Los pecados que más me hieren son los de desconfianza” (Jesús a Sor Faustina Kowalska)
“De tal padre, tal hijo” –dice el refrán.
Morir al pecado
NOTA: Escucharemos hoy la lectura prevista para este domingo en el calendario tradicional.
Rom 6,3-11
¿No sabéis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados para unirnos a su muerte? Pues fuimos sepultados juntamente con él mediante el bautismo para unirnos a su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva.
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
En el Mensaje a la Madre Eugenia, el Padre plantea la siguiente pregunta en relación con la primera petición que expresamos cada día en el Padre Nuestro: “¿Mi Nombre es santificado?”
Si profundizamos en esta cuestión, ciertamente constataremos enseguida que su Nombre no es santificado como merece. Para muchas personas, es mucho más difícil reconocer a Dios como amoroso Padre que sentirlo como el Creador o tener una vaga intuición de un ser superior u otras concepciones esotéricas que lo definen como una fuerza y energía que todo lo atraviesa, entre muchas otras ideas imperfectas, erradas y falsas de Dios.
