Reconocidos por el Señor

Jn 1,45-51

En aquel tiempo, Felipe encontró a Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley; y también los profetas; es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.” Le respondió Natanael: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Le dijo Felipe: “Ven y lo verás.” Cuando vio Jesús que se acercaba Natanael, dijo de él: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.”

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LA RED DEL AMOR

“Echaré una vez más la red de mi amor. ¡Echa la red conmigo!” (Palabra interior).

¿Estamos dispuestos a cooperar en la gran pesca del Señor? ¿Aún tenemos la esperanza de que muchas personas encuentren la fe, precisamente en estos tiempos oscuros que se ciernen sobre la humanidad?

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Dios es nuestra recompensa

Mt 20,1-16a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Tras ajustarse con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y, al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.’ Ellos fueron.

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SANTA DESPREOCUPACIÓN

“Confíame todas tus preocupaciones y no te preocupes por nada” (Palabra interior).

La confianza y la despreocupación van de la mano cuando la relación con nuestro Padre Celestial se vuelve cada vez más profunda. Muchas cosas quieren agobiarnos y preocuparnos, haciéndonos la vida difícil. Pero el Señor mismo nos exhorta a una santa despreocupación: “No estéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer; o por vuestro cuerpo: con qué os vais a vestir” (Mt 6,25). 

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El dulce reinado de María

Lc 1,26-38 (Lectura correspondiente a la festividad de Santa María Reina)

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.

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PONER NUESTRA ESPERANZA EN EL SEÑOR 

La esperanza es una virtud teologal, que nos hace esperar del Señor lo que aún no vemos. Si ponemos en Él nuestra esperanza, el Padre puede transformar nuestros corazones. Así nos dice en el Mensaje a la Madre Eugenia:

“Recordad, oh hombres, que Yo quiero ser la esperanza de la humanidad. ¿No lo soy ya? Si Yo no sería la esperanza de la humanidad, el hombre estaría perdido. Pero es necesario que sea conocido como tal, para que la paz, la confianza y el amor entren en el corazón de los hombres y surja así una relación con su Padre del Cielo y de la Tierra.”

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La seducción de los falsos dioses

Jc 2,11-19

Entonces los israelitas hicieron lo que desagradaba a Yahvé, dando culto a los Baales. Abandonaron a Yahvé, el Dios de sus antepasados, que los había sacado de la tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor. Se postraron ante ellos e irritaron así a Yahvé; abandonaron a Yahvé y dieron culto a Baal y a las Astartés. Entonces se encolerizó Yahvé contra Israel. Los entregó en manos de salteadores que los despojaron, los dejó vendidos en manos de los enemigos de alrededor y no pudieron ya sostenerse ante sus enemigos.

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MIRAR AL PADRE DESDE LA CRUZ DEL MUNDO

“Desde la cruz de este mundo, que causa tanto sufrimiento, elevad conmigo la mirada al Padre” (Palabra interior).

Quien tenga ojos para ver y oídos para oír, ciertamente percibirá que se ciernen tiempos oscuros tanto sobre el mundo como sobre la Iglesia. A causa de la pérdida de fe y la falta de una orientación clara por parte de la Iglesia, son cada vez menos los rayos de luz que brillan sobre el mundo, que con tanta urgencia necesita la luz de la Iglesia. El pecado y la confusión se proliferan. Con frecuencia sucede que ya no se llama al pecado por su nombre e incluso puede producirse una diabólica inversión de valores.

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El primer amor de Dios

Rom 11,13-15.29-32

Voy a deciros algo a vosotros, los gentiles: Yo estoy orgulloso de mi ministerio como verdadero apóstol de los gentiles, pero lo llevo a cabo con la esperanza de despertar celos en los de mi raza y salvar a alguno de ellos. Porque, si su rechazo ha supuesto la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión, sino una resurrección de entre los muertos? Porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables.

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HACERSE TODO PARA TODOS

“Me hago pequeño con los pequeños; mediano con los de mediana edad; me hago semejante a los ancianos, para que todos entiendan lo que quiero decirles para su santificación y para mi gloria” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Este pasaje del Mensaje del Padre nos recuerda a las palabras de San Pablo: “Me he hecho todo a todos para salvar a algunos al precio que sea” (1Cor 9,22b).

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