“PEDID A MI HIJO”

“Pedid a mi Hijo que os haga reconocer cada vez más cuán misericordioso y bondadoso soy con vosotros” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

¿Qué podría agradar más a nuestro Señor que cumplir tal petición? En efecto, el gran deseo de su Corazón es que su amado Padre sea conocido. Por ello, Jesús se apresurará a atender esta plegaria.

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Sólo en Cristo reside la plenitud de la divinidad

Col 2,6-15

Hermanos: Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según él. Arraigados en él, dejaos construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento. Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo. Porque es en Cristo en quien reside corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y por él, que es cabeza de todo principado y autoridad, habéis obtenido vuestra plenitud.

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EL HILO DE ORO

“Un fino hilo de oro recorre nuestra vida. Si encontramos este hilo y lo seguimos, nuestra vida se vuelve menos tediosa y más fecunda. Este ‘hilo de oro’ es la guía del Espíritu Santo, que es sumamente fina y sutil. Cuando lo seguimos, todo lo que hacemos queda aún más marcado por lo sobrenatural y, en consecuencia, lo hacemos con más agilidad” (basado en una “palabra interior”).

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Completar el padecimiento de Cristo

Col 1,24–2,3

Hermanos: Ahora me alegro de poder sufrir por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre vosotros la Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos.

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LA ELECCIÓN DE DIOS

“Tú eres mi amigo y confidente” (Palabra interior).

En el Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio, el Padre se nos ofrece como amigo y confidente, y nos da a entender que así llegaremos a la plenitud del amor: cuando hayamos aprendido a amarle tal como Él lo desea, “es decir, no sólo como vuestro Padre sino también como vuestro amigo y confidente.”

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Ama y haz lo que quieras

Rom 13,8-10

Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. En efecto, lo de ‘No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás’, y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud.

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ATRACCIÓN IRRESISTIBLE

“La mansedumbre, combinada con la claridad del Espíritu, es irresistible para aquellos que buscan la verdad” (Palabra interior).

Estas palabras reflejan cómo es Dios mismo, a la vez que nos invitan a asemejarnos a Él. Es el Espíritu Santo quien puede conducirnos a adoptar más y más la actitud de Dios. Es Él quien produce en nosotros los frutos del Espíritu y nos modela a imagen de Dios. Pensemos en el fruto de la mansedumbre y en el don de entendimiento y sabiduría, que resuenan particularmente en la frase de hoy.

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Firmes en la fe

Col 1,21-23

Hermanos: en otro tiempo vosotros erais extraños y enemigos de Dios por vuestros pensamientos y malas obras, ahora sin embargo os reconcilió mediante la muerte sufrida en su cuerpo de carne, para presentaros santos, sin mancha e irreprochables delante de él, con tal de que permanezcáis cimentados en la fe, firmes e inconmovibles en la esperanza del Evangelio que escuchasteis, que fue predicado a toda criatura que hay bajo el cielo, y del cual yo, Pablo, he sido constituido servidor. leer más

“ME COMPLAZCO EN ESTAR ENTRE VOSOTROS”

“¡Cuánto me complazco en estar entre vosotros, hora tras hora, día tras día!” (Palabra interior).

Las declaraciones de amor de nuestro Padre son incontables y conmueven el corazón.

Si nosotros, los hombres, interiorizásemos estas palabras, se nos abriría un maravilloso horizonte en nuestra vida. En efecto, ¡qué distinto es vivir con la certeza de ser hijos amados y buscados por Dios, a creer que tenemos que mendigar amor para sentirnos valiosos, como ocurre con bastante frecuencia! No, no es necesario luchar por este amor, sino que ya está ahí, desde siempre y para siempre. ¡Es indestructible! Sólo nosotros mismos podemos alejarnos del amor de Dios, pero sin que nuestro Padre deje de amarnos, porque “Dios es amor” (1Jn 4,8b).

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Elegida por Dios

Mt 1,18-23

El origen de Jesucristo fue de la siguiente manera. Su madre, María, estaba desposada con José; pero, antes de empezar a estar juntos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, que era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado. Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”

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