TODOS LOS PUEBLOS VIENEN A ADORARTE

“Todos los pueblos vienen a adorarte y rinden gloria a tu Nombre, porque Tú eres el Dios santo, vivo, veraz y bondadoso”(Himno de Alabanza a la Santísima Trinidad).

Así debería ser y así será, una vez que las tinieblas hayan sido separadas de la luz y nuestro Padre haya restablecido definivitamente el orden del amor en el caos surgido a consecuencia del pecado.

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El buen combate de la fe

1Tim 6,3-12

Si alguno enseña otra cosa y no se atiene a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está cegado por el orgullo y no sabe nada; sino que padece la enfermedad de las disputas y contiendas de palabras, de donde proceden las envidias, discordias, maledicencias, sospechas malignas, discusiones sin fin propias de gentes que tienen la inteligencia corrompida, que están privados de la verdad y que piensan que la piedad es un negocio.

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ALABANZA A LA SANTÍSIMA TRINIDAD (I)

“Alabado seas, Padre eterno, Dios santo, fuerte y vivo. No hay nadie como Tú y nada se compara a las obras que Tú has creado” (Himno de Alabanza a la Santísima Trinidad).

El Himno de Alabanza a la Santísima Trinidad, cuya primera frase acabamos de escuchar, surgió después de que alguien me preguntó cuál podría ser un buen inicio para nuestro tiempo de oración en silencio en la mañana, que es lo primero que hacemos en nuestra comunidad temprano en la madrugada. 

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Nuestra contribución a la unidad

Ef 4,1-7.11-13

Hermanos: Yo, prisionero por el Señor, os exhorto a que viváis de una manera digna de la llamada que habéis recibido: con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Pues uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados.

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LA CLEMENCIA DE NUESTRO PADRE

“El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” (Sal 102, 8).

Nuestro Padre es compasivo. 

De su plenitud, nos colma con todo aquello que tiene preparado para nosotros. Toda nuestra existencia es expresión de su amor, que se abaja a nosotros –seres humanos falibles y limitados– para elevarnos a Él. Nuestro Padre no nos creó porque nos necesitara. No, fue un acto libre del amor el llamar a sus criaturas a la vida, darles todo lo que necesitan para vivir y colmarlas consigo mismo.

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Fieles hasta la muerte

Lc 9,23-26 (Evangelio correspondiente a la memoria de Santos Andrés Kim Taegon, Pablo Chong Hasang y compañeros mártires)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la multitud: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día, y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, ése la salvará. Porque ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero si se destruye a sí mismo o se pierde? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de él se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria y en la del Padre y en la de los santos ángeles.”

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Con la mirada puesta en la eternidad

Hb 10,32-36 (Lectura correspondiente a la memoria de San Genaro)

Acordaos de los días primeros, cuando, recién iluminados, tuvisteis que sostener una lucha grande y dolorosa: unas veces sometidos públicamente a calumnias y vejaciones, otras estrechamente unidos a los que así eran tratados. Pues compartisteis los sufrimientos de los encarcelados; y os dejasteis despojar con alegría de vuestros bienes, conscientes de que poseíais una riqueza mejor y más duradera. No perdáis, por tanto, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa: porque necesitáis paciencia para conseguir los bienes prometidos cumpliendo la voluntad de Dios.

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LA ETERNA DESGRACIA

“Mi bondad y mi amor me hacen ver que aquellos seres que he sacado de la nada y que he adoptado como verdaderos hijos, están a punto de precipitarse en gran número a la eterna desgracia con los demonios” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Cuando amamos a nuestro Padre, compartimos también su preocupación y su dolor por las almas. A nadie le gusta hablar o pensar en el infierno. Sin embargo, si desterramos de nuestro anuncio esta realidad, como si el infierno no existiera o estuviera vacío –tal como dan a entender ciertas falsas doctrinas–, entonces no hemos entendido correctamente la seriedad de nuestra fe ni la justicia de Dios.

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Dios quiere que todos los hombres se salven

1Tim 2,1-8

Ante todo, recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.

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