LA ADORACIÓN DEL PADRE 

“Sin descanso repiten día y noche: ‘’Santo, santo, santo es el Señor, el Dios Todopoderoso, el que era, el que es, el que va a venir’” (Ap 4,8). 

Así describe San Juan la adoración de nuestro Padre en su Trono celestial. En la visión apocalíptica, el Apóstol vio veinticuatro ancianos y cuatro vivientes que alababan sin cesar la gloria de Dios.

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Los corazones sencillos

Lc 10,21-24

En aquel tiempo, Jesús se llenó de gozo en el Espíritu Santo y dijo: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.” Y volviéndose hacia los discípulos les dijo aparte: “Bienaventurados los ojos que ven lo que estáis viendo. Pues os aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron; y oír lo que estáis oyendo y no lo oyeron.” leer más

“ROMPISTE MIS CADENAS” 

“Tú, Señor, has roto mis cadenas” (Sal 115,16c).

¡Cuán infinitamente profunda es nuestra Redención! ¡Qué inmensa libertad nos trae!

Por el contrario, ¡cuánto nos ata el pecado! ¡Cuánto nos apegamos a esta vida pasajera! ¡Cuántas veces estamos cautivos en nosotros mismos, sin atrevernos a poner nuestra vida enteramente en manos de Dios y vivirla así en plenitud!

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Requisitos para la verdadera paz

Is 2,1-5

Visión que tuvo Isaías, hijo de Amós, tocante a Judá y Jerusalén. Sucederá en días futuros: el monte de la Casa del Señor se afianzará en la cima de los montes, se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, acudirán pueblos numerosos. Dirán: “Venid, subamos al monte del Señor, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos.” Pues de Sión saldrá la Ley, de Jerusalén la palabra del Señor. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará la espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra. Adelante, Casa de Jacob, caminemos a la luz del Señor.

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“¿CÓMO PAGARÉ AL SEÑOR?” 

“¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?” (Sal 115,12).

Si interiorizáramos estas palabras del salmo e intentáramos responder a la pregunta que aquí se plantea, nos quedaría claro que es imposible retribuirle a nuestro Padre –ni siquiera remotamente– todo su inconmensurable amor y cuidado hacia nosotros. ¡Siempre somos nosotros los agasajados y bendecidos por Él! Aunque amásemos a Dios con todo nuestro corazón, su amor seguiría siendo más grande.

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Tú, Señor, eres nuestro Padre

Is 63,16b-17.19b;64,2b-7

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es “Nuestro redentor”. Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia, jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él.

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Sólo Dios es la verdadera esperanza

Lc 21,34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidad que no se emboten vuestros corazones por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo, para que tengáis fuerza, logréis escapar y podáis manteneros en pie delante del Hijo del hombre.” leer más

“HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA” 

“El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su Nombre es santo” (Lc 1,49).

Todos conocemos estas palabras del Magnificat, que María exclamó encendida de amor. ¡Son palabras que permanecen para la eternidad!

Toda la vida de la Virgen atestigua su predilección por parte del Padre Celestial. En la eternidad lograremos penetrar aún más en el misterio de su elección y su “sí” a la Voluntad de Dios. ¡Esto será motivo de incesante alegría para nosotros!

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Pensar en el fin

Lc 21,29-33

En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: Observad la higuera y todos los árboles: cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis por ellos que ya está cerca el verano. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

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