Ya hemos recorrido un largo trayecto en nuestro itinerario cuaresmal y ahora estamos casi a las puertas de la Semana Santa.
Durante los últimos cinco días habíamos tratado el serio tema del Anticristo, que ha de venir al Final de los Tiempos, pero cuyo espíritu ya se manifiesta de antemano bajo diversas apariencias. Aquí nos encontramos con el abismo de la iniquidad, una oscura personificación del alejamiento del Dios vivo. Pero al final, como describe la Revelación de San Juan, la Bestia (que suele interpretarse como una imagen del Anticristo) y el Falso Profeta serán arrojados al lago de fuego (cf. Ap 20,9-10).
