«La santidad consiste simplemente en hacer la voluntad de Dios y en ser exactamente lo que Él quiere de nosotros» (Santa Teresita del Niño Jesús). leer más
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Sobre la observancia del sábado y la santidad del Domingo
Mt 12,1-8
En aquel tiempo, pasaba Jesús un sábado por entre unos sembrados; sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar unas espigas y a comer. Los fariseos, al verlo, le dijeron: “Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer el sábado.” Pero él les respondió: “¿No habéis leído lo que hizo David y los que le acompañaban cuando tuvieron hambre? ¿Cómo entró en la Casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que le acompañaban, sino sólo a los sacerdotes? ¿Y no habéis leído en la Ley que, los sábados, los sacerdotes en el Templo quebrantan el descanso y no pecan? Os digo que aquí está el que es mayor que el Templo. Si hubierais entendido qué sentido tiene: ‘Misericordia quiero y no sacrificio’, no habríais condenado a los inocentes. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.”
El yugo de Jesús
Mt 11,28-30
En aquel tiempo Jesús exclamó: “Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es suave y mi carga es ligera.”
Muchas personas se sienten aplastadas bajo una pesada carga, que apenas son capaces de sobrellevar y que parece robar la alegría a toda su existencia, determinando todos sus sentimientos. Ya al despertarse tienen este peso encima y durante todo el día tienen que pasárselo luchando por no hundirse bajo la carga.
“EL CAMINO ESPIRITUAL”
«Tienes que soportar las horas oscuras y las pruebas para que toda tu confianza se aferre a mí» (Palabra interior).
“NO FATIGAR EL ALMA”
«Evita las cosas irrelevantes que entorpecen, paralizan, quitan fuerza e impulso y fatigan el alma» (Palabra interior).
La frase de hoy no se refiere a una recreación y descanso legítimos, sino a la distracción de nuestras vidas. Con facilidad nos desviamos de lo esencial y nos perdemos en trivialidades. En una época en la que los medios de comunicación y los teléfonos móviles dominan en exceso la vida de las personas, quizá ya ni siquiera notemos la distracción. Puede que ya nos hayamos acostumbrado a ese ritmo de vida disperso y agitado, e incluso que nos sintamos a gusto con él.
El camino sencillo
Mt 11,25-27
En aquel tiempo, exclamó Jesús: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.”
En el evangelio de hoy, nos encontramos con dos afirmaciones del Señor que tienen gran alcance.
“DAR FRUTOS CADA DÍA”
«Si el hombre supiera cuánto puede ganar en un solo día, su corazón se ensancharía de alegría en cuanto despertara del sueño, a sabiendas de que ha amanecido un nuevo día en el que puede alabar a Dios y multiplicar su recompensa para gloria suya, y se vería animado y fortalecido a lo largo de todo el día para cuanto tenga que realizar y soportar» (Santa Matilde de Hackeborn).
La consecuencia de la verdad
Mt 11,20-24
En aquel tiempo, Jesús se puso a reprochar a las ciudades donde se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotros, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertos de sayal y sentados en ceniza. Por eso, os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿pretendes encumbrarte hasta el cielo? ¡Pues hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, todavía existiría hoy. Por eso os digo que habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.”
La oscuridad y su influjo sobre los hombres
Ex 1,8-14.22
En aquellos días, surgió en Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José; y dijo a su pueblo: “Mirad, el pueblo de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros. Actuemos sagazmente contra ellos para que no sigan multiplicándose, no sea que en caso de guerra se alíen también con nuestros enemigos, luchen contra nosotros y se marchen del país.” Entonces les impusieron capataces para oprimirlos con duros trabajos; y así edificaron para el faraón las ciudades de depósito: Pitom y Ramsés. Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de modo que los egipcios llegaron a temer a los israelitas. Los egipcios esclavizaron brutalmente a los israelitas, amargándoles la vida con dura servidumbre, con los trabajos del barro, de los ladrillos, del campo y con toda clase de servidumbre. Los esclavizaron brutalmente. Entonces el faraón ordenó a toda su gente: “Arrojad al Nilo a todos los varones recién nacidos, pero dejad con vida a las niñas”.