«Yo soy el Dios de la paz» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio). leer más
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Orar sin desfallecer
Lc 18,1-8
Jesús les propuso una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer: “Había en un pueblo un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquel mismo pueblo una viuda que acudió a él y le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’ Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que deje de importunarme de una vez’.” Y añadió el Señor: “Ya oís lo que dijo el juez injusto. ¿No hará entonces Dios justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche? ¿Les hará esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la Tierra?” leer más
“NUESTRO PADRE TRAE LA PAZ”
«He venido a traer la paz con esta “obra de amor”» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).
Nuestro Padre se refiere aquí a la verdadera paz: paz con Él, con los demás y con nosotros mismos.
San Serapio: Mártir de la fe y de la caridad cristiana
Cuando la necesidad es grande, Dios envía a sus mensajeros para ofrecer ayuda y consuelo. Grande era la necesidad de los cristianos cautivos bajo el yugo musulmán. Al ver su sufrimiento, San Serapio se conmovió tanto que se entregó a sí mismo como rehén, ya que no había suficiente dinero para pagar el rescate de todos los prisioneros.
¿Quién era este Serapio?
Nacido en Inglaterra hacia finales del siglo XII, había emprendido la carrera militar en su juventud y participó en una campaña contra los moros en España bajo el mando del duque de Austria. Decidió quedarse en la Península al servicio del rey Alfonso IX de Castilla, pero luego dejó las armas para ingresar en la Orden de la Merced, que acababa de ser fundada en Aragón por san Pedro Nolasco, con el expreso propósito de rescatar a los cristianos cautivos y esclavizados por los musulmanes.
El Rey de los corazones
Lc 17,20-25
Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegaría el Reino de Dios. Él les respondió: “La venida del Reino de Dios no se producirá aparatosamente, ni se dirá: ‘Vedlo aquí o allá’, porque, sabedlo bien, el Reino de Dios ya está entre vosotros.” Dijo a sus discípulos: “Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Habrá quien os diga: ‘Vedlo aquí, vedlo allá.’ Pero no vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día. Pero antes tendrá que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.”
“CORAZONES QUE ME ENTIENDAN”
«¿Qué otra meta puedo aspirar con esta obra de amor sino encontrar corazones que me comprendan?» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).
“CONFIAR SIN LÍMITES”
«Confía en mí sin límites y experimentarás día tras día el milagro de mi guía» (Palabra interior).
San Josafat de Lituania: Un santo para la unidad
En el nuevo calendario litúrgico, se celebra hoy, 12 de noviembre, la memoria de San Josafat, mientras que en el calendario tradicional se lo conmemora el día 14.
El santo de hoy fue un religioso y obispo que sacrificó su vida por la unidad de las iglesias de Oriente y Occidente. En la actualidad, en el marco del diálogo ecuménico, a menudo se emprenden otros caminos y se defiende un concepto de unidad distinto al que aspiraba san Josafat. Echemos un vistazo a su vida.
Josafat Kuncewicz nació en 1580 en Volinia, que entonces pertenecía a la Gran Polonia y hoy se encuentra en el oeste de Ucrania. Provenía de una familia respetada; su padre, Gabriel, era concejal. Fue bautizado en la fe ortodoxa con el nombre de Juan. Se cuenta que ya de niño era muy piadoso e incluso tuvo una visión de Dios.
“¡TODO SALDRÁ BIEN!”
«Vive en intimidad conmigo, ámame y escúchame, y entonces todo saldrá bien» (Palabra interior).
La escuela de la humildad
Lc 17,7-10
En aquel tiempo, dijo el Señor: “¿Quién de vosotros, si tiene un siervo arando o pastoreando, le dice cuando regresa del campo: ‘Pasa en seguida y ponte a la mesa’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar y cíñete para servirme; y, después que yo haya comido y bebido, entonces comerás y beberás tú’? ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le mandaron? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os han mandado, decid: ‘No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’.”
