«La fortuna y la desgracia son para el valiente como la mano derecha y la mano izquierda: de ambas saca provecho» (Santa Catalina de Siena).
Esta frase procede de Santa Catalina de Siena, que ejerció una gran influencia en la Iglesia y en el mundo con su vida de santidad y sus palabras. Para ello se requiere valentía y espíritu de fortaleza.
Ella nos muestra el camino de la cruz como aquel que el amor del Padre dispuso para nosotros. La cruz es el puente para llegar a salvo a Él. En una de sus visiones, nuestro Padre le dijo:
«La culpa del hombre produjo espinas y abrojos de tribulación, un río que constantemente genera olas. Por eso os he dado el puente de mi Hijo, para que al cruzar el río no os ahoguéis».
Para cruzar el río sobre este puente se requiere la actitud que se nos presenta como consejo en la frase de hoy. Tanto si se trata de la fortuna como de la desgracia, debemos afrontarlas de manera adecuada. Las etapas en las que podemos avanzar fácil y ágilmente en la voluntad activa de Dios se corresponderían con la «fortuna» aquí mencionada. Debemos sacar provecho de estas etapas para avanzar con determinación y atrevernos a grandes empresas en el Señor.
Sin embargo, nuestro Padre también permite que nos sobrevengan dificultades, penurias, peligros, tentaciones y pruebas de todo tipo. Afrontarlas es un arte espiritual que requiere valentía y comprensión por nuestra parte. Dios permite la «desgracia» para que también saquemos provecho de ella y sigamos avanzando hacia Él.
Si, con la ayuda de Dios, integramos conscientemente en nuestra vida ambas circunstancias —las fáciles y las difíciles—, podremos afrontar cada día con confianza y avanzar valientemente en el puente de la salvación.