“AMOR A LA ESPOSA DEL CORDERO”

«Después del amor a nuestro Señor, os recomiendo el amor a su Esposa, la Iglesia. Ella es la paloma noble y delicada, la única capaz de dar hijos a su divino Esposo» (Santa Juana Francisca de Chantal).

Santa Juana de Chantal nos recomienda amar primero a Dios y después a la Iglesia. Esa debe ser la jerarquía de nuestro amor, ya que la Iglesia es la Esposa de Cristo, que resplandece en toda su pureza y belleza cuando se asemeja cada vez más a la Madre del Señor y adopta sus rasgos.

Sin embargo, sabemos que no siempre sucede así y que entonces no nos resulta fácil amar a la Iglesia. Pero, en este caso, no debemos quedarnos en el rechazo de su rostro desfigurado a causa de la confusión y la negligencia en el cumplimiento de su misión, que consiste en anunciar la salvación a todos los hombres y dar así muchos hijos a su Esposo divino.

En tales momentos, es aún más importante tomar conciencia de la profunda razón para la cual Dios la fundó y unirse espiritualmente a todos aquellos miembros de la Iglesia que cumplen la misión que Dios les ha encomendado y que representan así a la fiel Esposa de Cristo. La Esposa fiel no se deja llevar por los poderes del mal ni por el espíritu del mundo. A lo largo de los siglos y también hoy en día, la encontramos en aquellos fieles que no reniegan de su santa fe, incluso con el riesgo de perder su propia vida. Permanecen firmes en el camino de la santidad que la Esposa fiel ha testimoniado durante tantos siglos en su entrega al divino Esposo.

Sin embargo, tampoco pierde de vista a aquellos que se han apartado del camino o se han extraviado. La Iglesia intercede por ellos ante Dios, así como por tantas personas que aún no han tenido la gracia de conocerlo. De esta manera, la Esposa permanece siempre fecunda y, aun en tiempos de grave crisis, puede aferrarse a la esperanza de que, incluso siendo solo un «pequeño rebaño», su servicio a los pies de la cruz será agradable a Dios y servirá para la renovación de la Iglesia.