AMAR A DIOS SIN MEDIDA

“¿Quieres que te diga por qué y cómo debemos amar a Dios? En una palabra: el motivo de amar a Dios es simplemente Dios mismo, y la medida es amarle sin medida” (San Bernardo de Claraval).

¡San Bernardo da en el clavo! Ciertamente podríamos encontrar incontables motivos por los que debemos amar a Dios y nunca terminaríamos de enumerarlos. Pero todos estos se resumen en que amamos a Dios sencillamente porque es Dios y amamos a nuestro Padre por ser como es. Al descubrirlo cada vez más, exclamaremos desde lo más profundo de nuestro corazón: “Oh Dios, te doy gracias por ser nuestro Padre y por ser como eres”.

Entonces ya nada nos falta y nuestra alma recibe una gran paz. Eleva una y otra vez sus ojos hacia su Padre y Creador con gratitud, mientras constata cada vez más su amor y su bondad para con ella, admira su sabiduría y se regocija en la íntima comunión con Él.

La segunda parte de la frase del santo es tan acertada como la primera. El amor a Dios no tiene medida. Nunca puede excederse, porque Él es fiel y nunca nos decepcionará. Si a veces pueden surgir tales temores en las personas, solo pueden deberse a que aún no conocen suficientemente a nuestro Padre.

En lo más íntimo de nuestro ser, fuimos creados precisamente para este amor, es decir, un amor sin medida, que sólo es posible hacia Dios: entregarnos sin reservas, abandonarnos completamente; confiar sin límites. Eso es lo que nuestra alma desea. Para eso fue creada. En esta entrega total a nuestro Padre Celestial, encontrará su verdadero hogar y descubrirá el sentido de su existencia.

Dios nos dirige esta invitación, que significa la mayor dicha, porque Él es nuestro Padre y nuestro amor sin medida por Él sólo podrá ser superado por el suyo.