AFRONTAR TODO CON ESPERANZA

“Afronta todo lo que te sobrevenga con esperanza, no con miedo” (San Francisco de Sales).

Una sabia y gran frase del santo. ¡Cuánto cambia una situación cuando ponemos en práctica lo que aquí nos dice! Vale aclarar que la esperanza no es simplemente un sentimiento optimista de que todo saldrá bien, sino que es confiar en Dios, a sabiendas de que Él tiene todo en sus manos y revertirá todo en bien.

La esperanza es una virtud sobrenatural, que se extiende también a aquellas situaciones que no podemos prever o ni siquiera imaginar. Se basa en aquello que tanto nos pide nuestro Padre Celestial: la confianza, el conocimiento de su amor y la seguridad que de él resulta.

Ciertamente no para todos es fácil adquirir esta actitud como principio de vida. A menudo los miedos, las angustias y las constantes preocupaciones se posan sobre nuestra alma y quieren ofuscarla. Sin embargo, podemos ejercitarnos en la actitud de esperanza llevando ante Dios todo lo que enturbia nuestra alma y pidiéndole al Espíritu Santo que lo toque. Si una y otra vez, en la oración y la meditación, cobramos consciencia del amor de Dios que nunca nos abandona, entonces aprendemos a no dejarnos llevar por los sentimientos negativos y a ofrecerles resistencia. Debemos tener en claro que, si bien los sentimientos oscuros y opresivos están ahí y no podemos reprimirlos, éstos no representan toda nuestra realidad.

Pensemos, por ejemplo, en el miedo a lo que podría sobrevenirnos. ¡Cuántas veces las cosas terminaron siendo distintas de lo que temíamos!

Nuestro Padre nos invita a poner la mirada en Él. En Él podemos superar el miedo. Y no sólo eso: podemos estar seguros de que, pase lo que pase, nuestro Padre se valdrá del porvenir para nuestro bien.