ADÁN, ¿DÓNDE ESTÁS?

“El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: ‘¿Dónde estás?’” (Gen 3,9)

Esta es la primera palabra que el Padre dirige al hombre después de haber caído éste en el pecado. Expresa todo el amor con que nos busca.

Esta búsqueda de Dios por nosotros continuará hasta que el hombre haya llegado a la eternidad, donde podrá acoger plenamente su amor y pasará de la fe a la visión beatífica.

Adán había perdido su inocencia originaria… La magnífica obra de Dios, que había creado al hombre a su imagen y semejanza e insuflado en él un alma inmortal, quedó empañada. La sombra del pecado lo sedujo y lo acompañará a partir de entonces.

“Adán, ¿dónde estás?” – Podemos percibir el sufrimiento de nuestro Padre en esta pregunta. Su criatura, a la que tanto había bendecido y favorecido, ¿dónde está ahora? ¡En la confusión!

“Adán, ¿dónde estás?” – Nuestro Padre llama al hombre dondequiera que éste se encuentre. Si está en la confusión, le invita a dejar atrás el camino del pecado y del error, y a aceptar la gracia de la Redención.

“Adán, ¿dónde estás?” – Una vez que el hombre empiece a escucharle y a responderle, Dios lo invitará a estar cada vez más cerca de Él.

“Adán, ¿dónde estás?” – Una vez que haya emprendido conscientemente el camino de seguimiento de su Hijo, el Padre lo invitará a una relación de amistad.

“Adán, ¿dónde estás?” – Una vez que el hombre viva en esta amistad, el Padre podrá confiarle sus más íntimos deseos.

“Adán, ¿dónde estás?” – Una vez que haya cumplido la tarea que le fue encomendada, Dios lo llamará a vivir para siempre con Él en el gozo celestial.

Entonces, Adán, habrás llegado a casa y el Señor Dios no tendrá que seguir buscándote…