ABRID LOS OJOS A LA LUZ

El amor de Dios abarca a todos los hombres, a quienes quiere llevar al conocimiento de la verdad (1Tim 2,4). Sabemos el camino que Él eligió: es su Hijo Jesús, que dice de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6).

También aquellos que aún no conocen la fe están llamados a encontrar este camino. Dios quiere ser conocido como Él es en verdad, e invita a todos los hombres a buscarlo y hallarlo: “Buscad y encontraréis” (Mt 7,7). Esta exhortación se dirige también a los miembros de otras religiones; religiones que no son capaces de transmitirles la verdadera y completa imagen de Dios. En efecto, no conocen suficientemente los caminos de Dios y, en consecuencia, persisten en muchos errores, de modo que permanecen a oscuras en muchos sentidos. Sin embargo, Dios quiere que también ellos abran sus ojos y les dice:

“En cuanto a Mis hijos que no están en la verdad, con más razón quiero cubrirlos con Mis mayores predilecciones paternales, para que abran los ojos a la luz que, en este tiempo, resplandece más notablemente que nunca.

¡Éste es el tiempo de gracia previsto y esperado desde toda la eternidad!”

Nosotros, que seguimos al Señor, deberíamos hacer sentir a las personas esta seguridad del amor de Dios, que cuenta para todos. Se trata de la actitud fundamental de preocuparse por la salvación de los hombres. Esto implica estar conscientes de que siempre les faltará algo mientras no conozcan a Dios o tengan una imagen equivocada e incompleta de nuestro Padre Celestial. 

No correspondería al amor verdadero si adoptásemos una actitud indiferente, como si no importara a cuál religión se pertenece o a cuál cosmovisión uno se adhiere. El amor del que habla el Padre conduce al verdadero conocimiento de Dios y abre nuestro corazón a su presencia. ¡Sólo entonces puede desplegarse el plan salvífico de Dios para con los hombres!

El hombre no puede extraer de sí mismo la verdad; sino que ésta le es revelada por gracia de Dios. En esta Revelación estamos llamados a cooperar, cuando nosotros mismos caminamos en la luz y Dios puede manifestarse también a través nuestro.