EL CAMINO DE ADVIENTO – Día 3: “Dios busca al hombre”

«Adán, ¿dónde estás?» (Gen 3,9).

El Corazón de Dios busca al hombre que, tras haber caído en la seducción de los poderes de las tinieblas, le dio la espalda.

Como nos hace entender Jesús en la parábola del hijo pródigo, Dios siempre está a la espera, aguardando nuestro retorno.

El hombre deambula por este mundo sin saber de dónde viene ni a dónde va. Ya no conoce a Dios tal y como es en verdad. Con cada nuevo descarrilamiento, se desvanece más el recuerdo de aquel trato confiado con Dios, el recuerdo de su verdadero hogar: el Paraíso.

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EL PADRE DA A TODOS ABUNDANTEMENTE

«Si alguno de vosotros carece de sabiduría, que la pida a Dios -que da a todos abundantemente y sin echarlo en cara-, y se la concederá» (St 1,5). 

Nadie debe afligirse por carecer de una sabiduría especial. Sabemos que Dios distribuye sus dones según su voluntad (1 Cor 12,11) y no debemos olvidar que la mayor sabiduría consiste en guardar los mandamientos de Dios y seguir a Jesucristo. Si lo hacemos, poseemos mucha más sabiduría que quien acumula toda la ciencia del mundo, pero no conoce ni obedece lo esencial.

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EL CAMINO DE ADVIENTO – Día 2: “Dios nos ama desde toda la eternidad”

El primer paso en nuestro camino de Adviento consiste en asimilar profundamente el concepto de la bondadosa Providencia de Dios, ya que éste nos permite comprender que fue el amor de Dios el que nos llamó a la existencia y nos bendice constantemente con su presencia. No somos un producto casual ni un capricho de la naturaleza, que va y viene hasta disolverse en la nada. ¡No! Dios nos ha creado para que vivamos en comunión con Él y para hacernos partícipes de su plenitud (cf. Ef 1,4-6). El Señor nos dice:

“Te llamé por tu nombre, y eres mío” (Is 43,1).

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