Tercera Meditación de Navidad – “Mi corazón quiero entregarte”

Tú quisiste escoger personas sencillas: eran pastores (Lc 2,8-20). Tú, Amado Niño, amas la sencillez. En un corazón sencillo Tú puedes entrar más fácilmente.

Y Tú también nos haces sencillos. No hace falta saberlo todo de inmediato. Más importante es dejar arder Tu amor en nosotros y apresurarnos como los pastores a transmitir la Buena Nueva.

¡Tú estás aquí! ¡Realmente has venido! Desde hace tanto tiempo habías sido anunciado y anhelado. Pero ahora nos corresponde captar esta realidad, pues en Ti vemos la gloria del Unigénito del Padre (Jn 1,14). ¡Esta gloria resplandece en Ti, amado Niño! Cuando Tú nos abres los ojos de la fe, la descubrimos.

Cuando Tu amor toca nuestro corazón, todo se vuelve sencillo. Entonces podemos simplemente decir a las otras personas: “Mirad, un hermoso Niño yace en el pesebre, junto a un asno y un buey.”

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