Santa Ida de Toggenburg: De una vida en palacio a la reclusión en el bosque

Al revisar en el santoral los santos que se celebran el 3 de noviembre, me conmovió particularmente la historia de santa Ida de Toggenburg, una ermitaña del siglo XIII.

Su piadoso padre, el conde Hartmann, la dio en matrimonio al conde Enrique de Toggenburg cuando ella tenía 17 años. Ida se mudó con su esposo a Suiza. Este noble, propietario de muchos castillos y respetado como buen guerrero, tenía un temperamento muy iracundo. Ida, que había sido educada en el temor de Dios y en la virtud, lo soportó con paciencia y mansedumbre. La pareja no pudo tener hijos, por lo que Ida tomó a los pobres como hijos suyos, convirtiéndose en un «ángel de consuelo» para muchas personas en las aldeas y cabañas. Además, se ocupaba de todos los habitantes del castillo y los guiaba hacia una vida piadosa con sus palabras y su ejemplo. Era muy querida por todos.

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