Nuestra Señora del Rosario

Habiendo concluido la serie sobre las Cartas de San Juan, retomamos hoy el marco habitual de las meditaciones diarias, generalmente al son del calendario litúrgico. Hoy celebramos la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario. El origen de esta Fiesta es el siguiente:

En el siglo XIV, los otomanos habían conquistado gran parte de los Balcanes. En 1453 cayó Constantinopla; a principios del siglo XVI, el Cercano Oriente fue subyugado; en 1529, los turcos sitiaron Viena, y en 1571 cayó Chipre. Ahora, también Creta estaba amenazada y toda Europa corría el riesgo de ser islamizada. El papa Pío V logró unir a españoles y venecianos en una alianza defensiva.

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Conclusión de las Cartas Joánicas

3Jn 1,1-15

El Presbítero al querido Gayo a quien amo según la verdad. Pido, querido, en mis oraciones que vayas bien en todo como va bien tu alma y que goces de salud. Grande fue mi alegría al llegar los hermanos y dar testimonio de tu verdad, puesto que vives según la verdad. No experimento alegría mayor que oír que mis hijos viven según la verdad. Querido, obras como creyente en lo que haces por los hermanos, y eso que son forasteros. Ellos han dado testimonio de tu amor en presencia de la Iglesia. Harás bien en proveerles para su viaje de manera digna de Dios. Pues por el Nombre salieron sin recibir nada de los gentiles. Por eso debemos acoger a tales personas, para ser colaboradores en la obra de la Verdad. He escrito alguna cosa a la Iglesia; pero Diótrefes, ese que ambiciona el primer puesto entre ellos, no nos recibe.

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¡Cuidaos de los herejes!

2Jn 1,1-13

El Presbítero, a la Señora Elegida y a sus hijos, a quienes amo en la verdad; y no solo yo, sino también todos los que han conocido la Verdad. Os amo en razón de la verdad que habita en nosotros y que estará con nosotros para siempre. La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estén con nosotros en verdad y amor. Me alegré mucho al haber encontrado entre tus hijos a quienes caminan en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. Y ahora te ruego, Señora, no como escribiéndote un mandamiento nuevo, sino el que tenemos desde el principio: que nos amemos unos a otros. Y en esto consiste el amor: en que caminemos conforme a sus mandamientos. Éste es el mandamiento, tal y como habéis oído desde el principio: que caminéis en el amor. Porque han aparecido en el mundo muchos seductores, que no confiesan a Jesucristo venido en carne. Ése es el seductor y el Anticristo. 

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El Maligno no toca al que ha nacido de Dios

1Jn 5,14-21

Ésta es la confianza que tenemos en Él: si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y puesto que sabemos que nos va a escuchar en todo lo que pidamos, sabemos que tenemos ya lo que le hemos pedido. Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no lleva a la muerte, que pida y le dará la vida. Esto para quienes cometen un pecado que no lleva a la muerte, pues hay un pecado que lleva a la muerte: de éste no hablo al decir que se ruegue. Toda injusticia es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte. Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Nacido de Dios le guarda, y el Maligno no lo toca. Sabemos que somos de Dios, mientras que el mundo entero yace en poder del Maligno. Pero también sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado la inteligencia para que conozcamos al Verdadero; y nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la vida eterna. Hijos, estad prevenidos contra los ídolos.

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El Padre da testimonio del Hijo

1Jn 5,1-13

Todo el que cree que Jesús es el Cristo, ése ha nacido de Dios; y todo el que ama a quien le engendró, ama también a quien ha sido engendrado por Él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Porque el amor de Dios consiste precisamente en que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son pesados, porque todo el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino por el agua y por la sangre: Jesucristo. No solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre.

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