San Pedro de Alcántara: reformador no sin dificultad

Pedro Garavito nació en Alcántara (España) en 1499 y, a los dieciséis años, ingresó en la orden franciscana. Llevó allí una vida de estricta penitencia en lo referente a la alimentación y el sueño, a un grado que hoy en día nos resulta difícil de imaginar. Por eso, en lo que respecta al ascetismo, tendemos más a admirar que a imitar a los santos. Esto es comprensible, pero también puede tener efectos negativos a largo plazo. De hecho, la ascética ha desaparecido casi por completo de la vida de la Iglesia, de modo que, a nivel general, el ayuno prácticamente ya no existe. Corremos el peligro de ya no poder imaginar que, por amor al Señor, también hay que refrenarse en las comodidades corporales.

Bastaría con preguntar a un deportista qué es lo que hace para estar en buena condición. Sin duda, nos respondería que entrena mucho y practica la disciplina debida. Si se nos ocurre pensar que esto solo se aplica al deporte y no a la vida espiritual, recordemos las siguientes palabras de san Pablo:

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