“LA LUZ DEL EVANGELIO”

«Cuanto más leamos el Evangelio, más fuertes seremos» (San Pío X).

Asimilar las palabras del Señor, interiorizarlas y ponerlas en práctica es la brújula segura en nuestro camino en pos de Cristo, siempre y cuando lo hagamos en consonancia con el auténtico Magisterio de la Iglesia. Se trata de la Palabra de Dios, no de reflexiones humanas. Es capaz de iluminarnos y fortalecernos, como dicen las mismas Escrituras:

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Signos del Reino de Dios

Lc 4,38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Entonces se inclinó sobre ella y conminó a la fiebre; y la fiebre la dejó. Ella se levantó al punto y se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: “Tú eres el Hijo de Dios.” Pero él les conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo. Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. Cuando la gente que lo andaba buscando llegó donde él, trataron de retenerle para que no les dejara. Pero él les dijo: “También en otros pueblos tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado.” E iba predicando por las sinagogas de Judea.

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“ESTANDO AÚN LEJOS, EL PADRE NOS VE”  

«Cuando aún estaba lejos, le vio su padre y se compadeció» (Lc 15,20).

Todos conocemos la conmovedora parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32), que tras haber malgastado su herencia, regresa a la casa de su padre. Éste lo recibe con alegría y celebra una fiesta por haberlo recuperado. Entendemos bien que esta comparación nos transmite algo de la verdadera imagen de nuestro Padre celestial.

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Sobriedad y vigilancia

1Tes 5,1-6.9-11

Hermanos: En lo que se refiere al tiempo y al momento, no tenéis necesidad de que os escriba. Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche. Cuando la gente diga “todo es paz y seguridad”, entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta. Y no escaparán. Pero vosotros, hermanos, no viváis en la oscuridad, para que ese día no os sorprenda como ladrón, pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Dios no nos ha destinado para la ira, sino para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él. Por esto, confortaos mutuamente y daos buen ejemplo los unos a los otros, como ya lo hacéis.

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EL DIVINO ARTISTA

«El Espíritu Santo está siempre dispuesto a iluminaros y fortaleceros» (Palabra interior).

La amistad creadora del Espíritu Santo se hace realidad en todos aquellos que se esfuerzan por amar al Padre celestial. Él acompaña, ilumina y fortalece el alma humana hasta convertirla en una constante alabanza a Dios, para que Él se glorifique cada vez más en ella.

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El Retorno del Señor

1Tes 4,13-18

Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis como los que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios se llevará consigo a quienes murieron en Jesús. Os decimos esto como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos, los que quedemos hasta la Venida del Señor, no nos adelantaremos a los que murieron. El mismo Señor bajará del cielo con clamor, acompañado de una voz de arcángel y del sonido de la trompeta de Dios. Entonces, los que murieron siendo creyentes en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivimos, los que quedemos, seremos arrebatados en las nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

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