Antes de pasar a otro aspecto relacionado con la sanación del alma, que se distingue en cierto modo de los subtemas anteriores, me pareció muy importante explicar este proceso clásico de sanación a través de la sencilla práctica de la verdadera fe católica.
Desde el principio de esta serie, he insistido en que la verdadera fe es una condición esencial del proceso de sanación interior. Con esto no solo me refiero a que debemos evitar recurrir a terapias cuestionables que se ofrecen en el ámbito esotérico, sino también a que debemos aferrarnos a la fe tradicional dentro de la Iglesia, sin dejarnos contagiar por las deformaciones modernistas. Cualquier desviación tendrá consecuencias que frenarán o impedirán la sanación interior. En el peor de los casos, las heridas del alma pueden incluso agravarse.