Actitud contemplativa

Lc 10,38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.” Pero el Señor le contestó: “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.”

Conocemos bien este pasaje de la Sagrada Escritura, y suele interpretárselo diciendo que la actitud de María representa más bien la vida contemplativa; mientras que la de Marta se relaciona más con la vida activa. En esta situación, el Señor afirmó que la actitud de María fue la mejor…

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¿Cómo afrontar las persecuciones?

Mt 12,14-21

En aquel tiempo, los fariseos se pusieron de acuerdo contra Jesús, para ver cómo eliminarlo. Jesús, sabiéndolo, se alejó de allí, y le siguieron muchos y los curó a todos, y les ordenó que no le descubriesen, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: “Aquí está mi Siervo, a quien elegí, mi amado, en quien se complace mi alma. Pondré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No disputará ni gritará, nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia. Y en su nombre pondrán su esperanza las naciones. leer más

“LA MÚSICA SACRA”

«Para el moribundo, la música es como una hermana; es el primer dulce sonido del más allá; y la musa del canto es la hermana mística que señala el cielo» (San Buenaventura).

Con estas palabras, San Buenaventura se habrá referido, sobre todo, a la música sacra que, especialmente en tiempos pasados, resonaba en los monasterios. La música sacra es inspirada por los ángeles y resuena para la alabanza de Dios, proclamando así su gloria.

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Sobre la observancia del sábado y la santidad del Domingo

 

Mt 12,1-8

En aquel tiempo, pasaba Jesús un sábado por entre unos sembrados; sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar unas espigas y a comer. Los fariseos, al verlo, le dijeron: “Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer el sábado.” Pero él les respondió: “¿No habéis leído lo que hizo David y los que le acompañaban cuando tuvieron hambre? ¿Cómo entró en la Casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que le acompañaban, sino sólo a los sacerdotes? ¿Y no habéis leído en la Ley que, los sábados, los sacerdotes en el Templo quebrantan el descanso y no pecan? Os digo que aquí está el que es mayor que el Templo. Si hubierais entendido qué sentido tiene: ‘Misericordia quiero y no sacrificio’, no habríais condenado a los inocentes. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.”

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El yugo de Jesús

Mt 11,28-30

En aquel tiempo Jesús exclamó: “Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es suave y mi carga es ligera.”

Muchas personas se sienten aplastadas bajo una pesada carga, que apenas son capaces de sobrellevar y que parece robar la alegría a toda su existencia, determinando todos sus sentimientos. Ya al despertarse tienen este peso encima y durante todo el día tienen que pasárselo luchando por no hundirse bajo la carga.

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“NO FATIGAR EL ALMA”

 

«Evita las cosas irrelevantes que entorpecen, paralizan, quitan fuerza e impulso y fatigan el alma» (Palabra interior).

La frase de hoy no se refiere a una recreación y descanso legítimos, sino a la distracción de nuestras vidas. Con facilidad nos desviamos de lo esencial y nos perdemos en trivialidades. En una época en la que los medios de comunicación y los teléfonos móviles dominan en exceso la vida de las personas, quizá ya ni siquiera notemos la distracción. Puede que ya nos hayamos acostumbrado a ese ritmo de vida disperso y agitado, e incluso que nos sintamos a gusto con él.

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El camino sencillo

Mt 11,25-27

En aquel tiempo, exclamó Jesús: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.”

En el evangelio de hoy, nos encontramos con dos afirmaciones del Señor que tienen gran alcance.

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