HECHOS DE LOS APÓSTOLES (Hch 3,18-26): “Pedro predica con intrepidez”      

Pedro dijo al pueblo: “Dios cumplió así lo que había anunciado de antemano por boca de todos los profetas: que su Cristo padecería. Arrepentíos, por tanto, y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados, de modo que vengan del Señor los tiempos de la consolación, y envíe al Cristo que ha sido predestinado para vosotros, a Jesús, a quien es preciso que el cielo lo retenga hasta el tiempo de la restauración de todas las cosas, de las que Dios habló por boca de sus santos profetas desde antiguo. Moisés, en efecto, dijo: ‘El Señor Dios vuestro os suscitará de entre vuestros hermanos un profeta como yo; le escucharéis en todo lo que os diga. Y sucederá que todo el que no escuche a aquel profeta será exterminado del pueblo’. Todos los profetas desde Samuel y los que vinieron después, cuantos hablaron, anunciaron estos días. Vosotros sois los hijos de los profetas y de la alianza que Dios estableció con vuestros padres cuando le dijo a Abrahán: ‘En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra’. Al suscitar a su Hijo, Dios lo ha enviado en primer lugar a vosotros, para bendeciros cuando cada uno se convierta de sus maldades”.

leer más

LA PRIMACÍA DE LA VERDAD

“Si la verdad constituye un escándalo, que se produzca el escándalo y se diga la verdad” (San Ambrosio).

Nunca se puede sacrificar el bien supremo de la verdad en aras de una falsa unidad. De hecho, sería solo una aparente unidad que no podría perdurar. Sería como pretender vivir en comunión y en paz con nuestro Padre y, al mismo tiempo, despreciar sus mandamientos y no esforzarnos por cumplirlos. Esto se puede aplicar a muchos ámbitos y siempre llegaríamos a la misma conclusión: la verdad es un bien tan alto que debemos someternos a ella. Dios mismo es la verdad y nunca puede actuar sin ella.

leer más