“Dios está siempre en nosotros; somos nosotros quienes rara vez estamos en casa” (Maestro Eckhart).
¡Con qué insistencia los místicos nos exhortan a buscar la vida interior, es decir, la vida de Dios en nuestra propia alma! Es allí donde la Santísima Trinidad ha establecido su morada. Nuestro Padre está siempre presto a entablar el diálogo más íntimo con nosotros. Pero, como dice el Maestro Eckhart, rara vez estamos en casa, es decir, nuestros pensamientos y aspiraciones a menudo están centrados en lo exterior y, por tanto, nos dejamos llevar fácilmente por la inquietud de este mundo.