PERDONA NUESTRAS OFENSAS

 

“Perdona nuestras ofensas” (Mt 6,12).

El gran acto de amor de Dios consiste en perdonarnos nuestras culpas en virtud del sacrificio de su Hijo. ¿Quién podría resistir si no fuera por este amor, siendo así que todos hemos contraído deudas, no sólo por nuestras malas obras, sino también por nuestras omisiones?

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EVANGELIO DE SAN JUAN (Jn 19,31-42): “La sepultura y el descenso a los infiernos”  

Jn 19,31-42

Como era la Pascua, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, los judíos rogaron a Pilato que les rompieran las piernas y los retirasen. Vinieron los soldados y rompieron las piernas al primero y al otro que había sido crucificado con él. Pero cuando llegaron a Jesús, al verle ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con la lanza. Y al instante brotó sangre y agua. 

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NUESTRO PAN DE CADA DÍA

“Danos hoy nuestro pan de cada día” (Mt 6,10).

Jesús nos invita a incluir con naturalidad en nuestra oración las necesidades de nuestra vida cotidiana. Nuestro alimento diario también procede de nuestro Padre celestial, aunque tengamos que trabajar con el sudor de nuestra frente para conseguirlo (cf. Gen 3,17b). En última instancia, nuestras capacidades y el éxito de nuestro trabajo dependen de la gracia de Dios.

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EVANGELIO DE SAN JUAN (Jn 19,16-30): “Todo está consumado”  

Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Y se llevaron a Jesús. Y, cargando con la cruz, salió hacia el lugar que se llama la Calavera, en hebreo Gólgota. Allí le crucificaron con otros dos, uno a cada lado de Jesús. Pilato mandó escribir el título y lo hizo poner sobre la cruz. Estaba escrito: “Jesús Nazareno, el Rey de los judíos”. Muchos de los judíos leyeron este título, pues el lugar donde Jesús fue crucificado se hallaba cerca de la ciudad. Y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. Los príncipes de los sacerdotes de los judíos decían a Pilato: “No escribas: ‘El Rey de los judíos’, sino que él dijo: ‘Yo soy Rey de los judíos’.” “Lo que he escrito, escrito está” -contestó Pilato. Los soldados, después de crucificar a Jesús, recogieron sus ropas e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y además la túnica. La túnica no tenía costuras, estaba toda ella tejida de arriba abajo.

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MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “Conclusión de las meditaciones cuaresmales”

Con la meditación de hoy, concluyo esta serie que inicié después de las reflexiones sistemáticas sobre el Evangelio de San Juan, en preparación para la gran solemnidad de la Pascua.

Conviene hacer una breve recapitulación para destacar lo esencial. Tras esta meditación, volveremos a los relatos del Evangelio de San Juan sobre la muerte y sepultura del Señor.

El concepto de «discreción», que hemos aprendido de los padres del desierto y que significa «discernimiento de los espíritus» en el uso eclesiástico, nos ha llevado a observar atentamente la situación de la Iglesia y del mundo y a aplicarlo también a nuestra vida espiritual. Al analizar la armadura espiritual propuesta en la Carta a los Efesios, hemos llegado a la conclusión de que debemos prepararnos para el combate espiritual, que va más allá del ámbito personal, especialmente cuando consideramos las amenazas anticristianas que se ciernen sobre el mundo y sobre la Iglesia.

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HÁGASE TU VOLUNTAD

“Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mt 6,10).

Cumplir la santa voluntad del Padre era el alimento de nuestro Señor Jesucristo (Jn 4,34). Con estas palabras, Jesús expresa la alegría y la naturalidad con la que cumplía la voluntad del que lo había enviado. ¡Esa era su vida!

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VENGA TU REINO (II)

“Venga a nosotros tu Reino” (Mt 6,10).

El Reino de nuestro Padre está lleno de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo (cf. Rom 14,17). Ya aquí, en nuestra vida terrenal, pueden hacerse realidad estas aspiraciones, porque, como decimos en el Padre Nuestro, el Reino de Dios ha de venir a la tierra como es en el cielo.

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MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “El trabajo en nuestro corazón”

 

En esta Cuaresma, nos hemos propuesto ser mejores discípulos del Señor, sobre todo en vista de la gran confusión que sufre actualmente la Iglesia. El discípulo tiene la tarea de anunciar y glorificar a su Señor. Los contenidos principales del anuncio están establecidos en la Sagrada Escritura y en la auténtica doctrina de la Iglesia. Este es el criterio que nos guía, ya que, como discípulos, no actuamos en nuestro propio nombre, sino por encargo. Por tanto, no nos corresponde introducir nuestras propias ideas o contenidos ajenos al Evangelio, lo que debilitaría el testimonio de Cristo. También es importante que, en la medida de lo posible, nuestra vida sea coherente con lo que anunciamos, de manera que nuestro testimonio de palabra no se vea opacado por nuestra manera de vivir.

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VENGA TU REINO

“Venga a nosotros tu Reino” (Mt 6,10).

¿La edificación del Reino de Dios aquí en la tierra es solo un hermoso sueño o un piadoso deseo? ¿Es una promesa cuyo cumplimiento está pendiente o es un mero recuerdo del Paraíso perdido?

Jesús nos enseñó a orar así, y esta petición se eleva desde todos los rincones del mundo. Por tanto, no puede ser una mera ilusión, sino una súplica a Dios para que su Reino, que ya existe en el cielo, se haga realidad también en la tierra.

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MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “La reparación”

Ya estamos en la cuarta semana del Tiempo de Cuaresma y se acerca el Domingo de Pasión. Ahora todo se concentra en la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, el Salvador de los hombres.

Esta serie de meditaciones cuaresmales nos llevó a observar con atención la situación actual de la Iglesia y del mundo, para sacar las conclusiones pertinentes. Una de ellas es enrolarnos conscientemente en el combate espiritual, no solo para custodiar nuestra propia vida espiritual, sino también para asumir, más allá del ámbito personal, el lugar que Dios nos ha asignado en el «ejército del Cordero» y servir así al Reino de Dios.

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