«Si el alma busca a Dios, mucho más la busca su Amado a ella» (San Juan de la Cruz).
Siempre debemos estar pendientes del Señor y buscarle en todo. Este es el lenguaje del amor, y es Dios mismo quien nos invita a ello: «Buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá» (Mt 7, 7). Si seguimos la invitación interior de nuestro Padre, nuestra alma habrá emprendido el camino preparado para ella. «Nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti» –exclamaba San Agustín, cuya profunda búsqueda de Dios conocemos gracias a sus Confesiones.