EL AMOR DE DIOS NOS PRECEDE

«Si el alma busca a Dios, mucho más la busca su Amado a ella» (San Juan de la Cruz).

Siempre debemos estar pendientes del Señor y buscarle en todo. Este es el lenguaje del amor, y es Dios mismo quien nos invita a ello: «Buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá» (Mt 7, 7). Si seguimos la invitación interior de nuestro Padre, nuestra alma habrá emprendido el camino preparado para ella. «Nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti» –exclamaba San Agustín, cuya profunda búsqueda de Dios conocemos gracias a sus Confesiones.

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EVANGELIO DE SAN JUAN (Jn 20,19-23): “El Señor Resucitado se aparece a sus discípulos”    

Al atardecer de aquel día, el siguiente al sábado, con las puertas del lugar donde se habían reunido los discípulos cerradas por miedo a los judíos, vino Jesús, se presentó en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”. Y dicho esto les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. Les repitió: “La paz esté con vosotros. Como el Padre me envió, así os envío yo”. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos”.

En la tarde de aquel mismo día, el Señor se mostró a los discípulos, que, temiendo persecución por parte de los judíos, se habían escondido. Pero Jesús se abrió paso hasta ellos aun a través de las puertas cerradas y empezó deseándoles la paz. Estas fueron las primeras palabras del Resucitado a sus discípulos, y en ellas se expresa lo que está previsto para todos los hombres.

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EVANGELIO DE SAN JUAN (Jn 20,11-18): “El Resucitado se aparece a María Magdalena”    

María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido colocado el cuerpo de Jesús. Ellos dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?” “Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” -les respondió. Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dijo Jesús: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: “Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré”. Jesús le dijo: “¡María!” Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: “¡Rabbuní!” -que quiere decir: ‘Maestro’. Jesús le dijo: “Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios’.” Fue María Magdalena y anunció a los discípulos: “¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas”. leer más

LA CAUSA DE DIOS ES MI CAUSA

«La causa de Dios es mi causa: nada de lo que le concierne me es ajeno» (San Bernardo de Claraval).

Así habla un alma encendida de amor, que ya se ha acercado mucho a nuestro Padre Celestial y a la que Él ha colmado de su amor. Se puede percibir la intimidad entre San Bernardo y nuestro Padre, y reconocemos esta profunda relación en otra hermosa frase en la que invita a sus hermanos a acercarse al Padre. En esta amorosa invitación, que escucharemos a continuación, vemos cómo había hecho de la causa de Dios su propia causa, pues sabemos bien que nuestro Padre anhela ardientemente que todos los hombres estén cerca de Él para conocerle, honrarle y amarle. Entonces podrá darles todo lo que les tiene preparado.

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EVANGELIO DE SAN JUAN (Jn 20,1-10): “El sepulcro vacío”

El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto”. Salió Pedro con el otro discípulo y fueron al sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó antes al sepulcro. Se inclinó y vio allí los lienzos plegados, pero no entró. Llegó tras él Simón Pedro, entró en el sepulcro y vio los lienzos plegados, y el sudario que había sido puesto en su cabeza, no plegado junto con los lienzos, sino aparte, todavía enrollado, en un sitio. Entonces entró también el otro discípulo que había llegado antes al sepulcro, vio y creyó. No entendían aún la Escritura según la cual era preciso que resucitara de entre los muertos. Y los discípulos se marcharon de nuevo a casa.

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ALEGRÍA INAGOTABLE

«Tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino» (Sal 4,9).

Los placeres terrenales, aunque puedan conmocionar e incluso deleitar nuestros sentidos, pasan de prisa y luego hace falta repetirlos. Los goces espirituales, en cambio, dejan una profunda huella en nuestra alma y son capaces de moldearla. Si aspiramos con demasiada intensidad a los placeres terrenales, corremos el peligro de caer en dependencias y de buscar cada vez menos las alegrías espirituales. Por tanto, aunque podamos deleitarnos en el «trigo y el vino», solo debemos hacerlo en tal medida que no adquieran un valor demasiado alto para nosotros y no perdamos de vista las verdaderas alegrías.

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VIA CRUCIS – XIV Estación: Jesús es sepultado

 VÍA CRUCIS

                 XIV Estación: “Jesús es sepultado”

V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi (Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos)

R. Quia per Crucem tuam redemisti mundum (Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo).

“Informado por el centurión [de que Jesús había muerto, Pilato] entregó el cuerpo muerto a José. Entonces éste, después de comprar una sábana, lo descolgó y lo envolvió en ella, lo depositó en un sepulcro que estaba excavado en una roca e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban dónde lo colocaban” (Mc 15,45-47).

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NO PRESTAR ATENCIÓN NI PRACTICAR LA CALUMNIA

 

«La calumnia sólo perjudica a aquellos que se la toman a pecho» (San Francisco de Sales).

Una de las horribles afrentas que nosotros, los hombres, nos infligimos mutuamente son las calumnias. En otras palabras, se trata del vicio tan común de hablar mal de otras personas. Si lo miramos más de cerca, es una especie de homicidio psicológico contra la persona afectada. Por desgracia, no ocurre solo de vez en cuando. Incluso hemos tenido que presenciar una especie de «ejecución pública» de personas a través de los medios de comunicación y, hoy en día, también a través del internet.

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 VÍA CRUCIS – XIII Estación: “Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de su madre”

 

V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi (Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos)

R. Quia per Crucem tuam redemisti mundum (Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo).

Una vez más nos encontramos con María en el Vía Crucis, así como en la Cuarta Estación y a los pies de la Cruz.

Dios quiso que su Hijo, a quien Ella dio a luz, volviera a ser colocado en su regazo después de su muerte, antes de descender al Reino de los muertos para anunciar la Buena Nueva a los que allí le esperaban, para que también ellos recibieran la gracia de la Redención.

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