‘Dominus Iesus’ y la verdadera fe de la Iglesia (II)

“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,18-20).

Para iniciar el nuevo año litúrgico, he querido subrayar una vez más la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo, para que a lo largo de todas mis meditaciones y conferencias en este año reluzca aquella estrella que guía e impulsa a la Iglesia a anunciar el Evangelio a todos los pueblos. Si dejase de hacerlo, ella negligenciaría el mandato misionero que el Señor le encomendó y caería en la irrelevancia. Pero el mandato que nuestro Señor Jesucristo pronunció antes de ascender al cielo seguirá vigente hasta el final de los tiempos, aunque sólo un pequeño remanente le permanezca fiel.

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UN CONSUELO PARA DIOS

“Quisiera (…) que puedas dedicar media hora al día para consolarme y amarme” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio). 

La Madre Eugenia, a quien nuestro Padre Celestial dirigió estas palabras, aclara que este deseo del Padre se extiende a todos sus hijos. En efecto, es un gran consuelo para Él que sus hijos se dirijan confiadamente a Él y le dediquen tiempo. El amor necesita este espacio donde se trata de la otra persona, del “tú”; en este caso, de Dios mismo. Recordemos que, conforme al testimonio de los Evangelios, Jesús se retiraba antes del amanecer para estar a solas con su Padre (Mc 1,35). Estos momentos son de inestimable valor: el diálogo íntimo con el Padre, la permanencia con Él.

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‘Dominus Iesus’ y la verdadera fe de la Iglesia (I)

 

Hoy empieza el Tiempo de Adviento, en el que nos preparamos para aquel maravilloso acontecimiento que tuvo lugar en Belén: el nacimiento del Hijo de Dios, el Redentor de la humanidad.

Así, inicia hoy un nuevo año litúrgico. Con la ayuda de Dios, intentaré publicar cada día del año una meditación y los “3 Minutos para Abbá”, como lo he venido haciendo a lo largo de los últimos años. Puesto que yo –y también mis colaboradores de Harpa Dei– nos encontramos frecuentemente en viajes misioneros, en ocasiones tendremos que recurrir a meditaciones de los años pasados. También trataré de tiempo en tiempo otros temas espirituales que no se relacionan directamente con la lectura o el evangelio del día.

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