UN CONSUELO PARA DIOS

“Quisiera (…) que puedas dedicar media hora al día para consolarme y amarme” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio). 

La Madre Eugenia, a quien nuestro Padre Celestial dirigió estas palabras, aclara que este deseo del Padre se extiende a todos sus hijos. En efecto, es un gran consuelo para Él que sus hijos se dirijan confiadamente a Él y le dediquen tiempo. El amor necesita este espacio donde se trata de la otra persona, del “tú”; en este caso, de Dios mismo. Recordemos que, conforme al testimonio de los Evangelios, Jesús se retiraba antes del amanecer para estar a solas con su Padre (Mc 1,35). Estos momentos son de inestimable valor: el diálogo íntimo con el Padre, la permanencia con Él.

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‘Dominus Iesus’ y la verdadera fe de la Iglesia (I)

 

Hoy empieza el Tiempo de Adviento, en el que nos preparamos para aquel maravilloso acontecimiento que tuvo lugar en Belén: el nacimiento del Hijo de Dios, el Redentor de la humanidad.

Así, inicia hoy un nuevo año litúrgico. Con la ayuda de Dios, intentaré publicar cada día del año una meditación y los “3 Minutos para Abbá”, como lo he venido haciendo a lo largo de los últimos años. Puesto que yo –y también mis colaboradores de Harpa Dei– nos encontramos frecuentemente en viajes misioneros, en ocasiones tendremos que recurrir a meditaciones de los años pasados. También trataré de tiempo en tiempo otros temas espirituales que no se relacionan directamente con la lectura o el evangelio del día.

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