Lo mejor que podemos darle a nuestro Padre es nuestro amor sincero. Recordemos que Jesús nos dijo: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama” (Jn 14,21). He aquí la respuesta constante y necesaria para que el amor de Dios no sólo tenga que salir en nuestra busca, sino que además pueda impregnarnos. Mientras no vivamos de acuerdo a los mandamientos, Dios llamará a la puerta de nuestro corazón para que lo dejemos entrar. Si le abrimos la puerta, el Padre junto con el Hijo y el Espíritu Santo vendrán a poner su morada en nosotros (cf. Jn 14,23).
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NOVENA A DIOS PADRE | Día 7: “Honrar a nuestro Padre”
Un refrán alemán dice: “Honra a quien merece honra”. ¡Este dicho se aplica a nuestro Padre mejor que a nadie! A Él le corresponde “el honor, la gloria y la alabanza”, como exclama tan maravillosamente el cántico del Apocalipsis (Ap 5,12).
NOVENA A DIOS PADRE | Día 6: “Conocer a nuestro Padre”
En el año 1932, Dios Padre se apareció a una religiosa italiana, Sor Eugenia Ravasio. Ella puso por escrito el Mensaje que el Padre Celestial le confió. Después de una extensa y minuciosa examinación, el obispo local de Grenoble –donde tuvieron lugar las apariciones– reconoció como auténtico el Mensaje. Así, se nos ha concedido un librito sumamente valioso titulado “El Padre habla a sus hijos” (en este enlace puede descargárselo: https://www.amadopadrecelestial.org/mensaje).
NOVENA A DIOS PADRE | Día 5: “La generosidad de nuestro Padre”
La generosidad es uno de los rasgos característicos de Dios. Con gran alegría, Él nos hace partícipes de su inconmensurable riqueza. No sólo quiere darnos vida; sino “vida en abundancia” (cf. Jn 10,10).
En la eternidad nos espera un gozo y una dicha sin fin: “No habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni fatiga” (Ap 21,4). ¡Dios mismo será nuestra recompensa!
NOVENA A DIOS PADRE | Día 4: “Dios, nuestro Padre”
Al meditar el amor que Dios nos tiene y cobrar conciencia de su inmensidad, podríamos preguntarnos qué es lo que Él quiere de nosotros y cuál es la actitud que debemos tener frente a Él.
La respuesta es inequívoca: Dios quiere que correspondamos a su amor, y Jesús nos da a entender en qué consiste primordialmente esta respuesta: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Jn 14,15).